La Bolsa ha vuelto a ser la protagonista durante los últimos días. Y no es para menos, pues tras muchos meses subiendo de forma continuada, en cosa de algo más de una semana la Bolsa americana se ha metido un batacazo para el recuerdo.
Cabe recordar que la Bolsa solo es noticia cuando cae, rara vez lo es cuando sube, porque es lo habitual. Esta es, probablemente, la razón por la que el mercado de valores tiene tan mala prensa y por la que es percibido como algo muy arriesgado. Detrás del movimiento tan brusco de la semana pasada hay sobre todo temas técnicos. El fuerte repunte de la volatilidad ha propiciado unas ventas en cascada de mucho inversor que utiliza algoritmos o modelos cuantitativos para tomar decisiones de inversión. Los robots o «bots» son lo único que justifica los movimientos tan erráticos que vivieron los índices –sobre todo americanos–, con subidas y bajadas en pocos minutos que no tienen ninguna explicación.
La mala noticia es que resulta muy difícil predecir cuánto le puede quedar a esto. Quizá ya hayamos visto lo peor, o quizá el mercado siga limpiando. Lo bueno es que el resto de activos no se ha visto para nada afectados. Ni los bonos, ni las divisas, ni el crédito, y ni siquiera el oro. Ninguno ha actuado como refugio para los inversores. Se trata de algo específico de la renta variable no extrapolable al resto de mercados, lo que permite pensar que el fondo sigue siendo el mismo a pesar de la piña de las Bolsas.
Así, quizás acabemos agradeciendo estas caídas cuando tengamos algo más de perspectiva temporal, sobre todo si sirven para evitar que este tipo de estrategias de inversión vayan a más. La bola todavía no era lo suficiente grande para montar un lío en los mercados como, por ejemplo, el de la deuda «subprime», pero la alerta ya está activada. Las quemas controladas pueden ser la mejor prevención para los grandes incendios.
Artículo publicado en ABC.
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