El año pasado ha sido un año excelente en lo que a creación de empleo se refiere. No hay otro calificativo. Por supuesto, como siempre pasa con los datos de paro, ha habido lecturas antagónicas. Sin embargo, un análisis de los datos más allá de visiones torticeras e interesadas lleva de forma inequívoca a dicha conclusión. En realidad, es otro de esos datos que cuestiona la historia económica española. Se ha creado mucho más empleo de lo que en años pasados a tasas de crecimiento comparables. Otro dato para el optimismo. Durante estos últimos años se ha reducido la velocidad de crucero necesaria para semejante creación de empleo y aunque no queremos o sabemos darle importancia, la tiene y mucha.
Resulta previsible que este dinamismo del empleo se sostenga en el futuro próximo. En esta línea, los pronósticos del Gobierno de que se crearán dos millones de puestos de trabajo en los siguientes cuatro años no resultan nada descabellados lo que, por cierto, nos devolvería a niveles de ocupación previos a la crisis.
El riesgo se encuentra en que el Gobierno dé marcha atrás en algunos aspectos clave de la reforma laboral, que si algún defecto tuvo fue el de no llegar más que pasarse de la raya.
No hay que dar marcha atrás en los descuelgues de los convenios, ni en las indemnizaciones por despido, todo lo contrario. Si acaso aclarar los criterios para que los jueces tengan menos margen de interpretación. Y parece que lo tienen claro, pero en este zoco en el que se ha convertido el Parlamento espero que no nos den gato por liebre.
Artículo publicado en ABC.
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