La jefa de estrategia de uno de los principales bancos de inversión del mundo pasó por Madrid la semana pasada. Su principal preocupación se podría resumir en la ausencia de preocupaciones, lo que claramente contrasta con la yincana de proporciones bíblicas en la que ha estado inmersa la economía mundial durante casi una década.
Con respecto al crecimiento global, pocas dudas bajo el sol. Crecimiento sólido, sano y de calidad. Fortaleza en las economías emergentes pese a que la economía china se desacelere. Definía la fase actual del ciclo de una forma muy gráfica: ricitos de oro, ni demasiado fría, ni demasiado caliente. La economía crece, pero no hay signos de preocupantes excesos de demanda. La inflación avanza lentamente, pero avanza. Las condiciones financieras mejoran y la mayoría de los activos lo hacen bien, incluido el inmobiliario.
La fortaleza del euro se sustenta sobre buenas razones: reformas en Francia y el impulso del proyecto de la Unión Europea por el buen entendimiento entre Francia y Alemania. La victoria de Merkel y su eventual alianza con los socialdemócratas supondrá un espaldarazo para la unión fiscal.
En EE.UU. es probable que la inflación acabe sorprendiendo. China ya no exporta deflación —y el 40% de los bienes consumidos en EE.UU. provienen de China- y el nivel de empleo está más saneado—cerca del pleno empleo-, por lo que los salarios deberían empezar a subir. Por lo tanto, los riesgos inflacionistas se menosprecian.
Y Europa ira por detrás. Primero reducirá su programa de compras lo que debería ayudar a enfriar el euro.
Y su «apuesta» es que Gary Cohn será el sucesor de Yellen.
Así las cosas, podemos caer en la flagelación intelectual y tratar de buscar tres pies al gato o, sencillamente, disfrutar del momento.
Artículo publicado en ABC.
- Prima de riesgo: no es lo mismo Italia que España - 23 octubre, 2018
- La seguridad jurídica - 22 octubre, 2018
- Tribunal Supremo: rectificar es de sabios - 22 octubre, 2018