El jueves pasado, ‘súper Mario’ fue de nuevo protagonista indiscutible de la actualidad financiera. Y una vez más dio una lección de sentido común a unos mercados que buscan siempre una vuelta de tuerca adicional y con frecuencia pierden la perspectiva.
Por un lado, no se anunciaron nuevas medidas de estímulo porque en su opinión no resultan necesarias. Enfatizó que aún disponen de mucha pólvora seca, que harán todo lo que sea indispensable y que además será suficiente. A pesar de ello, no faltó quien se apuntó en seguida a la teoría de que si no hacen más es porque ya han agotado todas las opciones. Japón, que va muy por delante del BCE en la heterodoxia monetaria, constituye el mejor ejemplo de que esto no es así.
Por otra parte, respecto a la situación de la banca italiana, Draghi no cayó en la trampa –algo infantil, todo hay que decirlo– de que las propias normas supongan limitaciones de las que el mercado se puede aprovechar. Afirmó que no se pueden descartar las ayudas públicas para el rescate de sistemas financieros y que por supuesto se deben respetar las normas pero que estas no son unívocas. Por ello, también hubo quien le tachó de poco ortodoxo o criticó la falta de ecuanimidad.
Sin embargo y para beneficio de todos, tenemos un banco central y un presidente del mismo que cuando los mercados van, ellos ya están de vuelta. Cuando tengamos algo más de perspectiva, una de las personas que sin ningún género de dudas va a ser reconocida por su labor en esta crisis es Ben Bernanke, y otra será Draghi. Uno primero y el otro después, ambos entendieron la magnitud de la crisis y las medidas que había que adoptar, siendo capaces de superar barreras atávicas y convencer.
Artículo publicado en ABC.
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