Ya está. Con los últimos trapos sucios que ha sacado la auditoría interna que encargó el nuevo presidente y la salida del consejero delegado, que aún podía relacionarse con el antiguo régimen, podemos dar por inaugurada la era Saracho. Lo que pase de aquí en adelante será mérito o demérito suyo. No son buenas las cartas que le tocan jugar, pero no creo que se sorprenda a estas alturas.
En los últimos días, y coincidiendo con el mal recibimiento del mercado a estas últimas noticias, las sensaciones no son buenas. Y se ha tratado más de un problema de comunicación que de decisiones inesperadas. No debería sorprendernos tanto la salida del consejero delegado, que sin ser responsable de la lamentable situación del banco tampoco es el perfil que se necesita ahora, o el reconocimiento de unos cientos de millones de euros en pérdidas adicionales. Pero lo hecho, hecho está.
A partir de ahora toca jugar la mano. Y no creo que tarden mucho en anunciar ventas de participaciones no estratégicas, fundamentales para dar un respiro al capital de la entidad. Con la venta del banco en Estados Unidos, la participación en el negocio de tarjetas de crédito y alguna otra cosa recuperarán entre uno y dos puntos de capital que, sin ser suficientes, les otorga algo de margen. Por otro lado, además, estarán negociando con la Comisión y el BCE para ganar más tiempo aún. La opción de ampliar capital sería la preferida por los supervisores, pero no la de los apaleados accionistas del banco. Así que, amenazando con la posibilidad de apretar el botón nuclear y dejar de pagar los Cocos, resulta probable que consigan algo más de tiempo.
Ahora bien, dada la dilución que han sufrido los accionistas históricos del banco en los últimos años, ya no son dueños de su destino. Y aunque todavía los grandes bancos presentan ciertas reticencias para lanzarse a por una operación de esta complejidad, el atractivo aumenta a medida que pasan los días. Cuanto más evidentes resultan los cambios en la dinámica de la cuenta de resultados, en el ciclo de tipos de interés y la mejora del sector residencial, una eventual compra del banco adquiere cada día más sentido. No hay que olvidar que el banco mantiene un 10% de cuota de mercado en uno tan competitivo como el español, un balance que sigue siendo muy rentable en su parte sana y unos gastos de explotación que generarían muchas sinergias en una eventual fusión.
Artículo publicado en ABC.
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