El año electoral americano, dadas las circunstancias, está pasando sin pena ni gloria por los informativos y los periódicos. Sea cual sea la repercusión mediática, el primer martes después del primer lunes del mes de noviembre los americanos decidirán a quien ponen al frente del país, lo que desde luego no resulta nada baladí.
Las encuestas recientes apuntan a que Trump podría no revalidar su mandato. El candidato demócrata va por delante en prácticamente todos los Estados que son decisivos para la victoria. Hay que recordar que la victoria de Trump fue por la mínima, sacando tres millones de votos menos que Clinton, pero ganando en algunos Estados decisivos por unos cuantos miles de votos.
Parece que los demócratas han conseguido designar a un candidato que les reconcilia especialmente con el votante blanco, que era a quien Clinton provocaba mayor rechazo. Hoy Biden va claramente por delante en las encuestas.
Nada está escrito, y menos con un personaje como Trump al frente de la Casa Blanca; pero hoy parece que va a entrar en la corta lista de presidentes que no lograron revalidar su mandato. Quedan algunos meses, pero ahora la mala gestión de la epidemia y sus consecuencias económicas dejan poco margen a su particular forma de hacer política.
Sería un descanso para todos que el estrafalario presidente acabara saliendo, pues se pondría fin a la improvisación y falta de criterio, que han sido la norma durante los últimos años en todos los ámbitos. Además, también podríamos dejar de estar atentos a las ocurrencias que Trump comparte en su perfil de Twitter.
Podemos esperar cualquier cosa de Trump hasta noviembre, especialmente si le puede venir bien electoralmente. Confiemos en que, tras los comicios, no tenga problema en aceptar el resultado.
Artículo publicado en ABC
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