Parece ser que ahora el problema para los inversores es que la Bolsa sube. Resulta una contradicción en los términos, pero déjenme que les explique. Cuando todos deberíamos estar encantados de que las bolsas suban -yo desde luego que lo estoy-, empiezan los lamentos. No es nada que no hayamos vivido ya en muchas otras ocasiones, pero como quizás fue hace mucho tiempo merece la pena recordarlo.
Por un lado, están los inversores particulares que, tras unos cuantos años de turbulencias, ahora ven que no están obteniendo las rentabilidades que ven todos los días en las portadas de los periódicos, con el perfil de cartera que tienen actualmente. Esto es algo que pasa, ha pasado y seguirá pasando. Y es la razón principal por la que los inversores de la calle no ganan dinero nunca con la Bolsa. Adecuan su exposición a la renta variable de acuerdo a lo que les dice su estómago, lo que conduce a invertir siempre con el pie cambiado.
En estos casos, también algo de responsabilidad tiene el asesor financiero. Y más tras los últimos ejercicios. Es humano y del todo entendible claudicar y dejar que los clientes tiren la toalla y rebajen su exposición a riesgo con el argumento –absolutamente falaz– de que quieren dormir bien –aunque no les pagan para eso-. Es humano, como decía, pero también constituye un error. Y los grandes responsables no son los inversores finales, sino los profesionales que no han tenido la fortaleza suficiente para ir por el camino difícil. Ahora ven que en el pecado llevan la penitencia.
Y, por otro lado, están los inversores profesionales que viven mejor en el miedo, haciendo del mismo su modo de vida, disfrutando como cochinos en el barro, que nos ha inundado durante los últimos años. Se apalancan en la debilidad y elaboran un discurso fácil que muchas veces les viene dado; pero, una vez más, es falso. Aunque algunos los valoren como más perspicaces, en la práctica defienden su posición de hoy con la misma vehemencia con la que ayer defendían su contraria. Sin que se le mude el color, han viajado de un extremo a otro.
Y la realidad enseña que para ganar dinero en bolsa hay que estar invertido en ella. Es, sin duda, el activo más rentable pues en el fondo es el que más se ajusta al crecimiento global. Pero para optar a estas rentabilidades hay que hacer oídos sordos a las plañideras. No solo es su responsabilidad, pero también.
Artículo publicado en ABC.
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