La semana pasada se truncó la racha de los índices americanos con una caída de más de un 3%. Lo mejor de que se haya roto es que volvemos a poner el marcador a cero y que se termina la agonía de los que, agarrándose a ese argumento, llevaban demasiado tiempo anticipando que la bolsa iba a caer. Ya ha caído, así que ya pueden apuntarse el tanto. En cualquier caso, viniendo de dónde venimos, una corrección de los índices americanos no solo era esperable, sino que resulta sano.
La excusa para esta corrección ha sido el repunte del bono a diez años americano en el arranque del año. Se ha ido casi al 3% en pocos días, a medida que se confirma que la recuperación de la economía americana se está por fin trasladando a los precios. Y como no podía ser de otra manera, este movimiento se ha producido de forma brusca, lo que siempre provoca mayor nerviosismo en el mercado. En este punto, cuando la recuperación económica se está trasladando a los precios, la pregunta pertinente para saber si las caídas de los últimos días son una mera corrección, o el anticipo de mayores caídas, es: ¿cuál es el punto en el que mayores subidas de tipos de interés en los bonos resultan negativas para las bolsas? Si miramos un poco hacia atrás, y a pesar del fuerte rebote del bono americano en los últimos días, nos damos cuenta de que los tipos se sitúan a niveles todavía históricamente bajos e inferiores al crecimiento nominal de la economía, lo que no debería suponer ningún problema para las bolsas. Por tanto, si las cosas se quedan así, es probable que lo sucedido en los últimos días constituya una magnífica ocasión para subirse al carro del mercado.
Mirando hacia delante, las preguntas pertinentes para tratar de anticipar la velocidad a la que van a seguir subiendo los bonos serían, por un lado, si existen riesgos inflacionistas y, por otro, cuál va a ser la reacción de los bancos centrales. En principio, la inflación tiene que recuperarse, porque venimos de niveles extraordinariamente bajos. Ahora bien, un repunte de la inflación no quiere decir que las fuerzas deflacionistas de los últimos treinta años —globalización y migración— hayan salido de escena. Lo precios pueden irse algo por encima de los límites que ha establecido la Reserva Federal, pero probablemente solo suceda de forma temporal. Y, en respuesta a la segunda, los bancos centrales en general y la Reserva Federal en concreto parecen dispuestos a convivir con algo más de inflación de la que hemos tenido durante los últimos años, porque saben que es la mejor medicina para el problema del elevado endeudamiento público actual.
Estas caídas, vistas con perspectiva, van a ser un magnífico momento para subirse a las bolsas, sobre todo en el caso de las europeas, pues van muy por detrás en el ciclo económico.
Artículo publicado en ABC.
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