Así titulaba un muy conocido analista financiero una nota la semana pasada sobre lo que está sucediendo en Cataluña. El mercado está pasando muy de puntillas por la crisis catalana. Los acontecimientos de la semana pasada no tuvieron prácticamente repercusión ni en la prima de riesgo ni en la Bolsa. El diferencial con el que España se financia respecto a Alemania, apenas se ha movido en las últimas semanas –no hizo nada la semana pasada–. Y es cierto que los mercados bursátiles lo están haciendo algo peor que los europeos, pero nada como para escribir a casa.
Hay que señalar que el caso catalán tenía todos los ingredientes para convertirse en otra pesadilla más para los mercados. Sin embargo, parece que, gracias a la experiencia acumulada en este tipo de situaciones durante los últimos tiempos, el mercado está ya de vuelta de eventos binarios con consecuencias apocalípticas. La posibilidad de una Cataluña independiente, con consecuencias económicas para España y el conjunto de la zona euro, está totalmente descartada. A partir de ahí, el análisis se limita a una lectura más o menos condescendiente de la deriva política catalana y las contraindicaciones que pueda tener en la política nacional. Algunos analistas anglosajones se permiten recomendaciones que, paradójicamente, no se aplican a sí mismos en lo que al Brexit se refiere.
En términos de behavorial finance (finanzas del comportamiento), parece que los inversores han aprendido la lección tras muchos años atribuyendo probabilidades mucho más altas a los desenlaces desastrosos de todos y cada uno de los eventos a los que nos hemos enfrentado. A otro perro con ese hueso. Se ha dejado de magnificar el riesgo y en el caso de Cataluña, a la luz de los últimos acontecimientos, de forma acertada. Al señor mercado no le importan mucho las cuitas de una región de Europa, por mucho que algunos piensen que son el centro del universo.
Artículo publicado en ABC.
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