La semana pasada un periodista de la BBC resumía muy bien el que podría ser el desenlace de la negociación del Brexit: reconocía en antena que, aunque su trabajo consistía en tener una opinión, no tenía ni la más mínima idea. Con independencia de qué es lo que vaya a pasar en las próximas semanas o meses, se pueden sacar dos importantes conclusiones para el resto del continente, apoyadas en lo que estamos viendo en Italia: en la Unión Europea no hay atajos y si hay alguien que está saliendo reforzado de esta crisis es el propio proyecto europeo.
Cada vez es más obvio el lío innecesario en el que se han metido los británicos y que el desenlace en ningún caso va a ser bueno para ellos. De las tres opciones que tienen abiertas ahora mismo –la propuesta de Theresa May, salir sin acuerdo o la marcha atrás– ninguna les permite salir bien parados. Evidentemente las consecuencias son distintas en función de cual sea la solución, pero en todos los casos este trance ha puesto al Reino Unido delante del espejo en un mundo cada vez más complejo, donde el peso relativo de cada país es mucho menor de lo que algunos creían. Europa sale entre reforzada y muy reforzada. El proceso británico ha sido un baño de realidad que ha servido para fortalecer al conjunto de la Unión Europea y sus instituciones.
Y lo de Italia más de lo mismo. Más allá de los gestos de cara a la galería, una cosa son las palabras y otras son los hechos. Y éstos últimos refuerzan la conclusión inicial de este artículo: en la UE no hay atajos. No los hay ni siquiera para la tercera economía europea, gobernada por la peor coalición de gobierno imaginable. Europa gana. Ganamos todos.
Artículo publicado en ABC.
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