Brexit: planes de contingencia

Los días previos al referéndum tuvo lugar un repunte del ánimo proeuropeo. Puede que fuera por el asesinato de una diputada o por la evolución de las cuotas de las casas de apuestas y las diferentes encuestas que se han realizado, pero los mercados llegaron al pasado 23 de junio con pie cambiado. Sin embargo, no podemos afirmar que se trate de algo inesperado, pues el empate técnico ha sido el titular más frecuente en los meses previos. Pocos días después del brexit, parece claro que se han sobrevalorado tanto las posibilidades reales del remain como las consecuencias económicas de la salida.

27062016-jriturriaga-jose-ramon-iturriagaLas consecuencias económicas para el Reino Unido son difíciles de anticipar tanto para el corto como para el largo plazo. Los efectos en otros países del mundo son también inciertos aunque todo apunta a que serán limitados. Por otro lado, las interpretaciones de la situación política que tienen la fragilidad del proyecto europeo y la eventual ruptura del euro como principales argumentos resultan del todo exageradas. Reino Unido gozaba –y goza– de un status especial dentro de la UE, caracterizado sobre todo por su no pertenencia a la Unión Monetaria, por lo que no resulta comparable a ningún otro país. Elevar la exigencia sobre nuestros representantes, en busca de un discurso fuerte que minimice el crecimiento del populismo y relaje otros ánimos separatistas, resulta fundamental.

Lo importante es que la decisión del pueblo británico no se ha traducido en una crisis sistémica, un riesgo habitual entre analistas que prueba la sobrevaloración de las consecuencias del brexit. El papel de los bancos centrales, como en otras ocasiones, ha resultado clave para evitar daños colaterales de calado y sin duda apoyará el reequilibrio de la balanza. Así, puede que la reacción del mercado se limite a corregir las últimas subidas. Los inversores necesitan tiempo para normalizar la situación. En España, las grandes empresas son las que más han sufrido las primeras reacciones, siendo menor el impacto entre las de inferior capitalización. El incremento de la percepción de riesgo ante una posible ruptura de la Unión Monetaria es el principal miedo a batir. Y una vez se disipe, los planes de contingencia de empresas y estados deberían comenzar a dar sus frutos.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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