Caídas veraniegas

En los mercados, las vacaciones empiezan como casi siempre: con ruido. Las caídas de la Bolsa de la semana pasada regalaban sonoros titulares a los medios. Las mayores caídas diarias en lo que llevamos de año de los índices europeos. Sin embargo, las excusas detrás de estas caídas no son nada nuevas. El Brexit y la guerra comercial de Trump, o la guerra comercial de Trump y el Brexit, no sé cuál es el orden correcto, pero tampoco creo que importe mucho.

Y más allá de las novedades en ambos frentes, creo que en estos dos temas sigue aplicando la misma lógica. No interesa a nadie llevar estas dos situaciones más allá del límite. Y lo que no tiene sentido no acaba pasando.

Por el lado del Brexit, el recién llegado Johnson ha pisado fuerte, pero su pulso a la UE tiene pinta de acabar igual que el de su antecesora May. De hecho, en la última semana, su plan se ha chocado con la realidad. La Libra se ha ido a mínimos de los últimos años, los empresarios y los granjeros han puesto el grito en el cielo —Peugeot ha anunciado que trasladará una fábrica al sur de Europa, mientras que desde BMW le pedían que escuchara a la economía—. Irlanda, Escocia y Gales han puesto el grito en el cielo.

Los escoceses se sienten legitimados para impulsar un nuevo referéndum si salieran de Europa y en Irlanda se empiezan a oír voces que abogan por la reunificación. A lo anterior hay que sumar que los liberales demócratas han ganado una importante elección en Gales y la mayoría conservadora en el Parlamente se reduce a un diputado. Por lo que Boris Johnson puede seguir con su retórica y continuar en la espiral de la semana pasada o reencauzarla. Una vez que ha logrado su sueño tiene sentido que el pragmatismo se imponga.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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