Abril ha sido un mes de transición. En el mes, Okavango Delta A ha subido un 0,16% -frente a la caída de más de un 1% del Ibex-. Y en lo que llevamos de año el fondo acumula un 17,39%, muy por encima del índice. Desde enero de 2009, la rentabilidad media anual es del 16,93%, frente al 3,43% de la bolsa española.
En cualquier caso, y al margen de lo que se pueda desprender del comportamiento de la bolsa, el mes ha dado para mucho. Por el lado macro, lo más importante es que se confirma la fuerte recuperación de la economía española. El dato del PIB del primer trimestre apunta a crecimientos para este año por encima del 3%. ¡Quién lo hubiera dicho hace sólo pocos meses! Además, la composición del dato confirma que la recuperación se está logrando sobre unas bases mucho más sólidas, confirmando el cambio de modelo productivo mucho menos dependiente del sector de la construcción.
Cabe destacar la fuerte recuperación del consumo, a la que contribuyen unas bases de comparación muy bajas, tras más de siete años de contracción, y el progresivo desendeudamiento de las familias que, lógicamente, libera renta disponible. Y es muy probable que esta tendencia continúe debido a la fuerte recuperación del crédito –que ha venido para quedarse–, la creación de empleo y el menor precio del petróleo. La debilidad del euro tampoco debería remitir mientras el Banco Central Europeo mantenga el QE, un plan que a todas luces está siendo efectivo.
Por lo tanto, en poco menos de un año, habremos salido del círculo vicioso en el que hemos estado inmersos varios años y habremos visto cómo la recuperación de la economía se acelera de la mano del mejor comportamiento de los mercados, en un movimiento reflexivo en el que es difícil saber quién lo lidera.
En cuanto a las incertidumbres políticas, el mes de abril también confirma que los escenarios apocalípticos que señalaban España como la cabeza de puente para el desembarco del bolivarismo en Europa –portada de The Wall Street Journal de hace algo más de un mes-, en el mejor de los casos y siendo benévolos, se habían pasado de vueltas.
Las elecciones andaluzas y las encuestas que hemos ido conociendo últimamente han supuesto un techo para el partido radical de izquierdas que en ningún caso puede aspirar a tener una influencia real en el gobierno de España. Al fin y al cabo, entre dos terceras y tres cuartas partes del Parlamento van a estar en manos de partidos tradicionales, o no antisistema, tras las elecciones generales.
Movimientos
En el último mes no he realizado ningún movimiento en cartera, si acaso reforzar algo más la exposición al ciclo económico. Los resultados del primer trimestre del año confirman la importancia del apalancamiento operativo en las compañías españolas y son la mejor razón de por qué la bolsa española está barata. Sin ir más lejos, en los resultados presentados por Atresmedia para los tres primeros meses del año, los ingresos por publicidad se han recuperado un 12% y el beneficio operativo prácticamente ha multiplicado por tres. Sí, sí, por tres. Esa es la clave, el apalancamiento operativo. Tras muchos años de caída de ingresos y el ajuste correspondiente en costes, en el momento en que los ingresos se dan la vuelta, estos se trasladan de forma exponencial a los beneficios empresariales. Y en el caso concreto de las televisiones, este es el tercer trimestre de recuperación consecutivo. No llevan ni siquiera un año subiendo y están aún muy lejos de las cotas alcanzadas antes de la crisis.
En cualquier caso, ya no estamos hablando de futuribles, hemos topado con la realidad. La economía española, como dijo la semana pasada el ministro de Economía, crece por encima del 3%. La recuperación ya se observa en los beneficios empresariales y esto no ha hecho nada más que empezar. El mercado, con lo que eso quiera decir, lo reconocerá cuando toque.
Visión de mercados
En los últimos días, el ritmo de actividad corporativa se ha disparado. No pasa una semana sin alguna oferta de compra y al calor de las noticias, el ritmo no va a decrecer. Los mercados de capitales han vuelto a la vida tras años de absoluta atonía. El acceso a la financiación no sólo se ha recuperado, sino que está en las mejores condiciones de la historia y la valoración de las compañías se mantiene en niveles razonables. Los grandes inversores institucionales –hedge funds, private equity- nadan en la abundancia de la liquidez porque el actual entorno de tipos de interés resulta propicio para levantar dinero, mucho dinero. Dentro de esta vorágine, las empresas europeas son presas claras de las americanas, más compradoras gracias a la evolución del tipo de cambio, la previsible subida de tipo de interés al otro lado del atlántico y el mejor momento de resultados empresariales en Europa.
En el caso de las compañías españolas, a todo lo anterior hay que sumar los importantes cambios que se han producido en el accionariado de muchas cotizadas, que pueden plantear movimientos corporativos hasta ahora implanteables. La rueda ya está girando. La pregunta ya no estriba en si se van a producir más o no, sino: ¿cuál será la siguiente?
Inversores que hace pocos meses valoraban el atractivo de las inversiones en kilómetros de distancia respecto a España, hoy sufren los primeros síntomas de mal de altura porque consideran que la bolsa ha subido mucho. La velocidad de los cambios en el sentimiento de mercado nunca deja de sorprender. Detrás de este vértigo no están los recientes resultados de la bolsa. Probablemente, los inversores, después de muchos años recibiendo palos, tienen la sensación que hay que aprovechar la menor ocasión para coger el dinero y salir por piernas. Al fin y al cabo, la bolsa es la piñata de cualquier crisis.
Que las emociones desorientan a los inversores es un hecho contrastado a lo largo de la historia, pero, en nuestro caso, el factor principal que determina el presente son los resultados de las compañías. Tras más de siete años de caídas de ingresos –en algunos casos con caídas superiores al 50% de la facturación– las cuentas de resultados inician la senda de la recuperación. Y créanme, este proceso no ha hecho más que empezar.
En el mejor de los casos, las compañías españolas solo llevan dos o tres trimestres creciendo, por lo que aún estamos muy lejos del beneficio medio propio del ciclo, el que debiera servir para la valoración de una empresa. Además, hay que tener en cuenta que las firmas españolas también se han ajustado en costes y reestructurado sus balances para sobrevivir. Este proceso, tal y como nos explicaban en la facultad, se conoce como apalancamiento operativo. Es decir, la recuperación de ingresos, en un entorno de costes estables o decrecientes, se traslada de forma exponencial a la cuenta de resultados. Y, como acaba de empezar, no somos conscientes de lo que va a representar este movimiento para el beneficio futuro de las empresas con recuperación económica sostenida.
El abecedario básico de la inversión incluye un principio fundamental que señala la estrecha correlación entre los resultados bursátiles a medio y largo plazo y la evolución de los beneficios empresariales. Aunque a algunos les cueste creerlo, aún estamos en el minuto veinte del partido.
Y un mes más sólo queda despedirme, agradecerles su confianza que, como he dicho muchas veces, es el secreto de los resultados del fondo. Quedo a su disposición para lo que puedan necesitar.
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