Carta del Gestor | Agosto 2018

Mes convulso para los mercados, con Turquía e Italia como protagonistas. Destaca, contra todo pronóstico, el mejor comportamiento de la bolsa americana respecto al resto de mercados del mundo: los índices estadounidenses están prácticamente en máximos históricos; mientas que, por ejemplo, muchos europeos se encuentran a más de un 15% de los máximos de este año -hablar de máximos históricos en este caso está fuera de lugar; la bolsa española está por debajo de los niveles del año 1997. En 2018 el fondo acumula una rentabilidad del 3,37%, mientras que el Ibex 35 acumula una pérdida del 6,42%.

Turquía -o Argentina en su caso- no tiene entidad para desatar una crisis en los países emergentes. Además, el resto de estas economías no tienen un problema de balanza de pagos ni de endeudamiento exterior en dólares comparable, por lo que se puede descartar cualquier tipo de contagio. Por otro lado, a Donald Trump se le está viendo el plumero y su guerra comercial parece tener las alas muy cortas. Así, resulta bastante probable que todas las disputas comerciales que se han abierto en los últimos meses se reconduzcan antes de las elecciones legislativas de principios de noviembre.

Y en lo que respecta a España, los posibles riesgos de una eventual desaceleración se han sacado de quicio. Los datos que hemos conocido en las últimas semanas no son buenos, algo que está fuera de toda duda, pero no resultan argumento suficiente para lanzar las campanas al vuelo. El peor comportamiento del turismo durante este verano es la razón principal detrás de los datos que han causado el revuelo. En este sentido, hay que entender que parte del incremento de turistas de los últimos ejercicios ha sido más por demérito de nuestros competidores que por méritos propios. La normalización de esta situación se traslada a los números, pero no es síntoma de que el actual modelo de crecimiento esté en riesgo, ni mucho menos.

Las ganancias de competitividad son estructurales y han transformado el modelo económico español y las palancas de crecimiento siguen intactas: exportaciones, capex (inversiones de capital) e inversión directa extranjera. El consumo, otro motor de nuestra economía, está fuera de todo riesgo si se mantiene el ritmo actual de creación de empleo. Además, la recuperación de la construcción y la paulatina subida de los salarios debería servir para compensar parcialmente la subida de precios del petróleo o la eventual normalización de los tipos de interés -cuando quiera que se produzca-. Por lo tanto, todo apunta a que la economía española va a continuar creciendo durante los próximos años por encima de la media europea y más cerca del 3% que del 2%.

Tenemos ciclo para rato. Estamos lejos de cualquier señal de sobrecalentamiento, que son las que anticipan los finales abruptos de ciclo. Más allá de que crezcamos un poco más o un poco menos, tenemos por delante bastante años buenos.

Cartera

Durante el mes de agosto la cartera se ha mantenido sin cambios.

Cartera agosto 2018 Iturriaga

Se han aprovechado las entradas de patrimonio para reforzar posiciones en bancos, tras las caídas que ha generado el ruido procedente de Italia. Más allá del lenguaje, si hay algo que podemos tener claro a estas alturas de partido es que dentro del euro no hay atajos. La palanca de la prima de riesgo está más que contrastada. Además, hay que señalar que en las últimas semanas el Euribor ha repuntado por primera vez en mucho tiempo y que la eventual normalización de tipos tendrá un impacto enorme en la cuenta de resultados de los bancos.

Visión de mercado

Las caídas de los últimos meses generan cierto hartazgo. Vuelve la burra al trigo. Las emociones se vuelven a imponer y los árboles no dejan ver el bosque. Ni Italia se ha convertido en un riesgo para el euro ni el nuevo gobierno de España supone un riesgo para nada -más allá de la dialéctica claramente electoralista-. Ni Trump, ni Turquía. El ruido ha vuelto a ganar la batalla al sentido común y en este contexto la distorsión entre el precio y el valor resulta más evidente que nunca. No sé cuándo, pero todo esto pasará y la razón volverá a ocupar su lugar. Y la única forma de participar de ello es estar invertido.

José Ramón Iturriaga
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