La crisis catalana lo ha ocupado todo en las últimas semanas. Y, aunque el punto álgido en lo que a incertidumbre se refiere, está ya por detrás, la bolsa española todavía no ha recuperado el terreno perdido en los últimos tiempos. Por eso, parece prematuro anticipar cuál va a ser el desenlace, pero sí se pueden sacar algunas conclusiones desde un punto de vista inversor. Más allá de cuántas décimas de crecimiento termine costando o no el desafío soberanista, el balance posible de las últimas semanas –y recalco que desde la óptica exclusiva del inversor– no resulta malo.
El crecimiento del último trimestre de 2017, y quizá del primero de 2018, puede verse afectado mientras se normaliza la percepción del riesgo –el problema de fondo, de tener solución, algo que parece difícil, no la tendrá a corto plazo–. Sin embargo, el resto de las consecuencias de este desenlace son generalizadamente positivas para los activos españoles.
Por un lado, el Estado de Derecho sale reforzado, lo que en clave de ese intangible tan importante que es la seguridad jurídica resulta una muy buena noticia. Además, se entierra por una temporada el desafío separatista como palanca política en Cataluña, lo que se traducirá en una disminución sustancial del ruido político y empresarial. Con independencia de cuál sea el resultado de las próximas elecciones autonómicas del próximo 21 de diciembre, la estrategia de choque de trenes, en la que hemos estado instalados los últimos años, sale de la ecuación: ha quedado claro que no se consigue nada y cualquier reivindicación futura deberá avanzar por otros cauces.
Los fundamentales de los activos españoles no se han visto afectados y, además, tal como se ha resuelto el desafío, salen muy reforzados
Por otro lado, y quizá más importante por su lectura en clave nacional, las últimas encuestas confirman lo que se podía intuir a tenor del oportunismo con el que se han enfrentado al problema: Podemos sale trasquilado de esta crisis. De hecho, solo tres años después de que el populismo en España fuera percibido como “uno de los mayores riesgos de la recuperación económica internacional”, en palabras de Larry Fink, CEO de BlackRock, hoy constituye un remanso de conservadurismo en relación a otros países comparables. Así las cosas, el casi medio punto de PIB que pueda llegar a costar –en el peor de los casos– la crisis catalana en los próximos trimestres, no parece un precio muy caro -incluso podría parecer barato- para lo que ha supuesto la resolución de la misma.
Entretanto, cada vez resulta más evidente la fortaleza de la economía española y el recorrido que guarda el ciclo actual. El patrón de recuperación de este ciclo no es en absoluto comparable a otros anteriores. La profundidad de la crisis, la heterodoxia de la política monetaria, el espectacular desapalancamiento del sector privado y el paulatino regreso de la financiación bancaria, hacen posible que todavía nos encontremos en una fase muy incipiente del ciclo después de cuatro años de recuperación. Como he comentado en otras ocasiones, estamos todavía lejos de lo que podemos considerar un año medio de ciclo en la venta de coches o casas, o de cualquier otra magnitud ligada a la evolución del mismo.
Movimientos de cartera
En el último mes el único movimiento en la cartera ha sido la compra de Aedas en su salida a bolsa. El investment case es muy parecido al de Neinor Homes, con mejor materia prima: primeros entrantes en el negocio de la promoción en un momento en el que la oferta va por detrás de la demanda, tras prácticamente diez años en los que no se ha puesto un ladrillo encima del otro. El apalancamiento de estas compañías a una eventual, pero bastante probable, mayor recuperación de los precios es muy grande.
En cualquier caso, y pese al movimiento de ida y vuelta en muchas de las posiciones al calor de la crisis catalana, se han producido algunos acontecimientos que merece la pena destacar.
En el sector bancario, a pesar de que ha sido el que peor comportamiento relativo ha tenido los últimos meses, se han dado dos operaciones que demuestran la profunda transformación de las dinámicas del sector.
Por un lado, el Banco Sabadell, en plena vorágine independentista, vendió una cartera de hoteles por mas de 600 millones de euros, precio por encima de su valoración en libros. Esta operación constituye un buen indicador del interés que hay por el inmobiliario español y que los precios son razonables. A medida que se asiente el polvo de la crisis catalana veremos más operaciones y, probablemente, más grandes, lo que es una buena noticia tanto desde el punto de vista de los balances como del capital. Últimamente está sonando mucho una gran operación por parte del BBVA y el private equity Cerberus que, de confirmarse, sería el mejor refrendo de lo anterior.
Y, por otra parte, el éxito de la ampliación de capital de Liberbank, que, en un momento difícil, se ha cubierto fundamentalmente por inversor financiero extranjero.
Asimismo, además del éxito de la salida bolsa de la promotora residencial Aedas, en la que la que los inversores internacionales también han tenido un protagonismo indiscutible, en los últimos días Colonial ha lanzado una OPA hostil sobre Axiare. Más allá de que era una operación cantada (hace más de un año Colonial dio el primer paso comprando un 15% del capital de la socimi), creo que es sintomática de varias cosas.
En primer lugar, y quizá lo más importante, evidencia la distorsión que existe entre el precio de los activos subyacentes y el precio de los holdings, razón por la cual tienen sentido este tipo de operaciones corporativas. Resulta más lógico comprar el holding con el descuento al que cotiza respecto a la suma de todos sus activos.
Además, que un operador tan especializado en el mercado español, como es Colonial, haya decidido dar este paso representa el mayor refrendo de las buenas dinámicas del sector de oficinas. La siguiente pata de la recuperación vendrá de la mano de la recuperación de las rentas, algo que está empezando a pasar y que goza de un largo recorrido.
Visión de mercado
El comportamiento relativo de la bolsa española durante los últimos meses supone una gran oportunidad de compra. Los fundamentales de los activos españoles no se han visto afectados y, además, tal como se ha resuelto el desafío –que no el problema de fondo–, salen muy reforzados.
En los próximos tiempos, nuestros índices deberían empezar a recuperar el tiempo perdido. Los factores exógenos, que en los últimos tiempos han lastrado su comportamiento, están saliendo de la ecuación y los fundamentales recuperan el protagonismo que siempre debieron tener. Ya no hay más excusas. Una vez que pasemos la página de la incertidumbre que ha propiciado la crisis catalana, no habrá nada en el horizonte que impida que los fundamentales vuelvan a imponerse.
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