Christine Lagarde, la sucesora

Lagarde tiene muchas horas de vuelo en el sector público y está acostumbrada a trabajar en este tipo de organizaciones, aunque tiene un enfoque distinto al del italiano. Frente al liderazgo marcado y no exento de riesgos del italiano, su sucesora es más de construir desde abajo. No es de adoptar medidas radicales y probablemente no hubiera sido capaz de dar el golpe de timón que dio el italiano. Como buena burócrata francesa, es más de operar desde la base y evitar riesgos.

Es firme creyente en el euro y nada dogmática. También es amiga de Merkel y en los próximos días va a asistir al ochenta cumpleaños del otrora ministro de finanzas alemán, el implacable Schauble.

Su claro perfil político, algo cada vez más frecuente entre los miembros del consejo del BCE, le debería ayudar a aumentar la presión a los países miembros en aras de políticas fiscales y avances en la construcción del proyecto europeo.

Se encuentra con una caja de herramientas muy bien surtida, un consejo muy dividido y más tarea institucional que monetaria, donde poco más se puede hacer. La definición del nuevo marco de actuación del BCE será donde tendrá que dar su primera batalla. Va a resultar muy interesante ver cómo se posicionan en lo que respecta al objetivo de inflación: simétrico o dentro de un rango. Y la fórmula por la que se decanten no será inocua.

El tiempo dirá si esta francesa que lo ha sido todo en las políticas económicas es o no el patrón adecuado para lo que queda de travesía. Sobre el papel parece difícil encontrar mejor perfil y nos jugamos mucho en que cumpla con las enormes expectativas que hay depositadas tanto en ella como en la institución que ahora preside.

Artículo publicado en ABC.