Componentes de automóviles: un buen termómetro

Los datos de crecimiento de las economías son una quimera. Aunque nadie sabe bien cómo se construye el PIB y sus comparativas periódicas, son cifras que mueven los mercados si se desvían unas pocas décimas de lo esperado. A la vista de las fuertes revisiones a posteriori, confiar en estos datos se acerca mucho a un acto de fe. Y más en los países emergentes, donde los datos siempre resultan más controvertidos. Ahora bien, hay un dato que no ofrece dudas: las ventas de las compañías a lo largo y ancho del mundo.

Si hacemos ese análisis con, por ejemplo, la evolución de las ventas de coches, los productos de lujo, el acero, la ropa, los aerogeneradores o los teléfonos móviles nos sirven para hacernos una idea mucho más fiable de lo que sucede en el mundo que las estadísticas de los distintos institutos oficiales.

Sin ir más lejos, la semana pasada publicaron dos importantes empresas de componentes para automóviles españolas. Compañías multinacionales con muy buen pulso de la situación económica porque sus clientes, los fabricantes de coches, son el mejor termómetro para medir la actividad.

El mensaje de ambas compañías coincidía en que no ven síntomas de fuerte desaceleración por ninguna parte. Sobre China, que es la región que siempre ofrece más dudas, el mensaje no puede ser más positivo: las cosas van bien y sin visos de torcerse, todo lo contrario. El resto de economías emergentes siguen a su ritmo, pero con buenas expectativas, sobre todo en Brasil. Y sobre las economías desarrolladas, datos mixtos pero explicables, con Estados Unidos bien y Europa entre regular y mal.

En el caso del viejo continente hay un mínimo común denominador: la estulticia de los políticos. En Reino Unido, que tiene mucho peso en el sector del automóvil, el consejero delegado de una de estas compañías –que no sabe bien cómo acabará el Brexit– tiene muy claro lo que sí ha pasado: la producción de coches ha caído un 20%. En lo que respecta al resto de Europa, las caídas también tienen justificación política. Los mensajes sobre el futuro de los coches diésel han sembrado dudas y han resultado contraproducentes. La incertidumbre ha retrasado decisiones de compra y las ventas se han estancado. Con amigos así, quién quiere enemigos.

Paradójicamente, es lo peor entorno posible desde el punto de vista de las emisiones de CO2, porque los coches viejos son los que más contaminan y la injerencia política ha paralizado la renovación de la flota.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
Sígueme
Últimas entradas de José Ramón Iturriaga (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.