Para los que seguimos la evolución del semblante del ministro de Economía como indicador adelantado de la economía española, últimamente no dejamos de alegrarnos. Todavía no lo ha hecho, pero la revisión al alza de las estimaciones de crecimiento para este año debe estar a punto de llegar, por lo que se puede leer entrelineas en sus entrevistas. Este 2017 sería el tercer año consecutivo que crecemos por encima del 3%, lo que podemos considerar, sin duda alguna, como una velocidad suficiente para salir del agujero que ha estado a punto de succionarnos.
Las previsiones sobre las distintas dinámicas de la economía también ofrecen buenas sensaciones. En una reciente entrevista, el ministro de la sonrisa anticipaba que España podría crecer con superávit por cuenta corriente los próximos diez años. Este dato, cogido al vuelo, puede no decir nada; pero desde el punto de vista macro es un notición con el que podrían haber abierto los diarios nacionales, pues se trata de un hecho inédito. Significa crecer como crecen los amigos alemanes. Lo nunca visto en nuestra historia económica. Crecer sin necesidad de financiación exterior.
Por otro lado, los datos de recaudación y los indicadores sintéticos de actividad que se manejan, permiten estar muy tranquilos en lo que a la actividad se refieren. Es probable que este año el punto extra de crecimiento lo aporte la construcción residencial, que a tenor de lo visto últimamente parece estar recuperándose más rápido de lo que cabía esperar. Una estupenda noticia, pues se trata de un sector muy intensivo en mano de obra y su recuperación resulta esencial para atajar el problema de desempleo. El petróleo no sumará como en año anteriores, pero tampoco restará y los tipos de interés seguirán igual de bajos que hasta ahora.
Así las cosas, siempre que no haya grandes sustos por el camino, el futuro resulta halagüeño y el señor ministro no debería encontrar razones para volver a crispar su semblante.
Artículo publicado en ABC.
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