El damerograma eléctrico

El serial del precio de la electricidad está dejando momentos para el recuerdo. Desde las rogativas encabezadas por el presidente del Gobierno para que llueva, a la indignación del ministro del ramo – a quien con mucho tino me ha parecido oír que alguno ya tilda de pitagorín- porque nadie entiende nada. Más allá de que todavía le queda algún capítulo, lo que más sorprende es como nos quedamos todos prendados del dedo y son pocos los que miran a la luna.

abc-jriturriaga-30-01-2017Con la antesala de los importantes sobrecostes añadidos a la factura por las subvenciones a destiempo de Zapatero a las renovables no maduras y el déficit generado con la reducción por razones políticas de la tarifa de Aznar, los problemas con el precio de la electricidad en España se resumen básicamente en dos: Lo que en el argot se llama el mix de generación –esto es, cómo se produce la energía que se genera en España– y cómo se fija el precio de la electricidad.

Con respecto a lo primero, en España no hay un problema de capacidad instalada. Todo lo contrario, sobra. El problema es cómo se genera y la enorme dispersión que hay entre el precio de unas y otras. No haber optado por la nuclear en su momento –ahora es del todo imposible-, la falta de ampliación de capacidad de las interconexiones y no tener petróleo, son el verdadero problema que tenemos. Y no tiene fácil solución.

Y, por otro lado, el problema del precio. La reforma eléctrica determinó en su día, sobre la base de que el eléctrico es un mercado en competencia, que el precio lo marque el megavatio más caro que en cada momento se consuma. Esto, en un país en donde la disparidad de precios entre unas y otras tecnologías es tan grande, introduce incentivos perversos a la hora de fijar el precio del tan traído marginal.

Lo ideal sería hacer un ejercicio de pedagogía que llevara a una revisión en profundidad del modelo energético. Entretanto, y como lo anterior no resulta planteable con efectos inmediatos, se debería perfeccionar el sistema de precio marginal, dado que abandonarlo tendría efectos más perniciosos (como ya experimentó en su día en California). En un mercado en el que por ahora la competencia ni está ni se la espera, las costuras del último remiendo que supuso la reciente reforma eléctrica son más visibles que nunca. Algo de cura de humildad y de reconocimiento de los pecados se impone.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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