No podía ser de otra forma. La advertencia de la Comisión Europea sobre la posible desviación del objetivo del déficit se ha convertido en arma arrojadiza. La intencionalidad política de unos y otros está fuera de toda duda: aquel que abre la boca, aquí o allí, arrima el ascua a su sardina. Con todo, quizá la polvareda levantada nos impida ver lo realmente importante.
Primero, el control efectivo que hoy tiene Europa sobre las políticas económicas de los países miembros de la eurozona. Como ejemplos evidentes: España, Grecia o la mismísima Francia, cuyo presidente, Francois Hollande, ha virado completamente el planteamiento económico con el que llegó a la Presidencia de la República. Además, como otra muestra de los avances en los últimos tiempos, no se ha modificado ningún tratado por la vía de los hechos consumados sino que se ha cedido el control efectivo de los presupuestos a los gobiernos de los países miembros. Un paso de gigante en el proceso de construcción europeo que, por supuesto, no ha sido portada del Financial Times.
Por otra parte, el origen fundamental de la cacareada desviación del déficit se encuentra en las estimaciones de crecimiento de la economía española que se utilizan para calcular los ingresos fiscales. Cabe recordar en este punto que el Gobierno tiene mejor tracking error durante estos últimos años que la propia Comisión, que ha infraestimado de forma sistemática el ritmo de nuestra recuperación. En cualquier caso, sea cual sea la lectura final del déficit fiscal este año y el que viene, el aviso de la Comisión no se puede interpretar como una enmienda a la totalidad. España no ha pasado, en cosa de pocos días, de ser el alumno ejemplar al macarra de la clase: una posible desviación del déficit no ensombrece ni lo más mínimo los logros de la economía española.
Y cabría destacar, en un apartado más anecdótico, lo chocante que resulta que quienes hasta hace poco criticaban al gobierno por la vía de la austeridad, ahora le estén poniendo en la picota por no cumplir con las estimaciones de déficit. Sin duda, soplar y sorber a la vez es más de políticos que de presuntos economistas.
Artículo publicado en ABC.
- Prima de riesgo: no es lo mismo Italia que España - 23 octubre, 2018
- La seguridad jurídica - 22 octubre, 2018
- Tribunal Supremo: rectificar es de sabios - 22 octubre, 2018