Debilidad del euro frente al dólar

Quizá sea uno de los pocos puntos en los que –hasta ahora– parecen estar de acuerdo americanos y alemanes. El euro está demasiado débil frente a la divisa norteamericana. Así lo dijo en una de sus primeras intervenciones el Secretario de Comercio americano –“la injustificada debilidad del euro perjudica a Estados Unidos”-; y, paradójicamente, los alemanes, por boca de su ministro de finanzas, se pronunciaban en los mismos términos –“un euro tan débil perjudica a Alemania”-. No podía ser que estuvieran en desacuerdo en todo y la coincidencia no se produce en un tema menor: ni más ni menos que el tipo de cambio entre el euro y el dólar, con todo lo que eso supone.

Sin embargo, no hay que lanzar las campanas al vuelo, no hay que entenderlo como un primer paso hacia un entendimiento mayor, pues las razones que hay detrás de cada una de las dos posturas son diametralmente opuestas. En el caso de los americanos, piensan que la debilidad del euro perjudica su balanza de pagos con uno de sus principales socios comerciales –la zona euro-. En el caso de los alemanes, piensan que la debilidad del euro les perjudica porque supone un riesgo de sobrecalentamiento para su economía.

Ambas visiones, a pesar de su concurrencia en la conclusión, confirman el antagonismo en la forma de entenderlo todo: llegan al mismo lugar por caminos totalmente distintos. Y sin embargo resulta poco probable que puedan remediar sus males. Estados Unidos va por delante del ciclo. Su crecimiento es mayor y sus tipos de interés más altos, y así es difícil que la fortaleza del dólar revierta. Todo lo contrario, las políticas expansivas en lo fiscal de Donald Trump y la mayor tibieza en esa misma materia por parte de Alemania juegan en contra de los objetivos estadounidenses.

Quizá lo que pueda romper el equilibrio en el que llevamos inmersos muchos meses sea el incremento de las políticas de demanda por parte de la Administración americana. Se lo está advirtiendo la Reserva Federal y en este tema en concreto es probable que los efectos fueran contrarios a los que persiguen, por lo que no sería descartable que el dólar y el euro cotizaran a la par.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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