Déficit: crítica y justicia

Por habitual que pueda resultar, utilizar el mismo argumento para una cosa y para su contraria no deja de ser una práctica poco decorosa y síntoma de crítica poco fundada. El ejemplo más reciente son los vituperios furibundos que editoriales y reputados analistas están haciendo al gobierno por no cumplir con el objetivo del déficit público. Por supuesto, no me han sorprendido los sospechosos habituales que han convertido al déficit y al endeudamiento en los estandartes de la cruzada en la que llevan inmersos quizás demasiados años, y además, estos últimos, con escaso éxito. Quizá el peor caso es el de los ultraconservadores, cuyas críticas rezuman deslealtad oportunista más que espíritu constructivo.

jri-10-10-2016Tampoco sorprenden las críticas de los liberales de salón que cumplen con el papel adjudicado en este vodevil. Los que me han sorprendido han sido aquellos que hasta hace poco le pedían al gobierno que no cumpliera con el objetivo de déficit, que negociará con Bruselas o, todavía peor, que incrementara el gasto público de forma notable para salir de la crisis. Hoy se encuentran en el mismo nivel de crítica que si hubieran sido alumnos aventajados de la escuela austríaca.

Tal vez lo sensato sería reconocer lo bien que lo ha gestionado el Gobierno. Ha conseguido conciliar a los mercados y los objetivos de Bruselas sin que el ajuste haya producido mayor menoscabo al crecimiento económico. La cuadratura del círculo. Se ha reducido el déficit, pero menos, y lo han hecho sin mayores aspavientos. Y no es algo de lo que hayan presumido –ni vayan a hacerlo– pues no está el horno para bollos. Sin duda, la crítica es esencial pero es más importante ser justo.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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