Ciclo de desayunos con consejeros delegados de empresas cotizadas españolas. Es el turno del CEO de Merlin Properties, Ismael Clemente, y desde la última vez que estuvo en este escenario hemos tenido grandes novedades. Hoy su ejecutivo al frente se presenta con Metrovacesa debajo del brazo.
Y es que la fusión constituye una operación magnífica desde diferentes puntos de vista. En primer lugar, crea valor para el accionista de la compañía inmobiliaria y diversifica la base de activos. Además, convierte a la empresa en la primera inmobiliaria española, y la octava de Europa. De esta manera se convierte prácticamente en líder de todos los subsectores: oficinas, comercial, centros comerciales, logística, etc.
Las dinámicas de la cuenta de resultados superan con creces las expectativas. Los resultados de su cartera de oficinas crecen por encima del 5% y la de centros comerciales casi a doble dígito. La parte logística presenta menor crecimiento sin embargo, se trata del subsector con mayor potencial tiene. Respecto a los sectores residencial y hotelero, aunque en principio su intención es desinvertir, no parece que se trate de algo inmediato. En el residencial, el objetivo es poner la casa en orden –llevar el coche a la ITV y algo de chapa- y optar a rangos precios más altos en un momento en el que el interés en este subsector es creciente. La desinversión en hoteles no se producirá porque carezca de atractivo, sino por mantener la esencia del producto.
La última valoración conocida hace pocos días tras la publicación de resultados del segundo trimestre, confirma que Merlin cotiza por debajo del precio de tasación. Algo inexplicable si tenemos en cuenta (1) el momento del ciclo inmobiliario en España –con la recuperación económica ya en marcha, por detrás del resto de países europeos-, (2) las rentabilidades del mercado frente a las implícitas de la compañía –entre dos y tres puntos porcentuales por debajo- y (3) la valoración de las comparables europeas que cotizan entre un 30 y un 40% por encima de sus valores de tasación.
Ante la inevitable pregunta de qué es lo que puede estar pesando en la cotización de la compañía, Ismael Clemente apuntó que Merlin, junto con otras compañías, se ha convertido en un claro proxy del riesgo político en España. En la medida que dicho riesgo se vaya diluyendo, debería cotizar de acuerdo a unos fundamentales que, como en el caso de otras compañías, el mercado está pasando por alto.
Merlin, entre otras empresas, representa la mejor forma de jugar esa normalización que –no lo duden– acabará llegando. El esperpento que vive el PSOE no constituye un termómetro de nada. Sólo es –más– ruido, pero no podemos olvidar que la posibilidad de un gobierno radical que revierta las reformas hechas en los últimos años es mínima, por no decir inexistente. Cuando caiga este mantra, el potencial de revalorización de ésta y otras muchas compañías españolas –que ahora cotizan lastradas– será significativo.
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