Desayuno sobre la televisión

El pasado 7 de octubre desayuné con el consejero delegado de Mediaset, Paolo Vasile, para hablar de cómo van las cosas en casa. Los primeros 20 minutos se habló exclusivamente de la situación política, todo un síntoma. El máximo responsable de una cadena de televisión nacional, en una reunión con inversores, dedicó prácticamente la mitad de su intervención al análisis del entorno político. Y fue muy constructivo. La temida fragmentación de la sociedad española no es tal, como confirma la caída en barrena de la intención de voto a Podemos. El votante español se sigue moviendo en torno a un eje central y, aunque a final de año pueda haber “un cambio de pantalla”, no supondrá un riesgo de radicalización de la política en España.

Respecto a Cataluña, enfatizó que, a pesar de ser un problema irresoluble –una enfermedad crónica-, no contempla un desenlace apocalíptico. Dentro de 100 años seguiremos hablando de lo mismo. Ahora bien, con las elecciones generales, confirmadas ya para el 20 de diciembre, se pone punto final a un año excepcional: tres elecciones de alta intensidad y un resultado que debería disipar los miedos sobre la situación política del país, al margen, incluso, de cuál sea la coalición que finalmente tome las riendas del gobierno.

Respecto a la evolución del negocio, la publicidad se está comportando bien, en línea con las estimaciones previas, lo que es un buen resultado para un año -insiste- con tres elecciones. Para el año que viene, más allá de que España crezca una décimas más o menos, las perspectivas son positivas. Insistió en que, a pesar de la ligera recuperación desde mínimos de la publicidad, los niveles de inversión siguen siendo muy, muy bajos en términos históricos o frente a los datos de países comparables.

Las tendencias de la industria son muy interesantes. La televisión de pago (pay per view), que en España no termina de consolidarse dada la falta de costumbre de pagar por ella, no representa una amenaza a pesar de su crecimiento. La posibilidad de que la principal plataforma de pago en España aspire –como se ha podido leer últimamente– a un 20% de la cuota de publicidad parece absolutamente descabellada. Más cuando la cuota de pantalla actual apenas llega al 2%. En cualquier caso, parece poco coherente que una televisión de pago pretenda sostenerse, en parte, por la publicidad. Además, insistió en que la entrada de la televisión de pago, en tanto que saca de la tele en abierto determinados contenidos caros –Fórmula 1, fútbol, etc- se va a traducir en menores costes de programación sin daño reputacional.

Los hábitos de consumo de contenidos audiovisuales están, sin duda, cambiando las reglas del juego. La llegada de Netflix a España, la plataforma de video bajo demanda, se traducirá en menor consumo de televisión en abierto pero, en opinión de Vasile, los hará más valiosos –o más caros para el anunciante-. Sin haberlo buscado, premeditadamente, insistió en que su modelo de contenidos está protegido ante estas nuevas tendencias, gracias a una programación en la que predomina el directo, una televisión “caliente”, de consumo inmediato. Modelos más basados en series o cine son más vulnerables.

Sobre su línea editorial argumentó que su objetivo es maximizar la rentabilidad. Frente a la habitual pregunta sobre por qué su cuota de pantalla vale menos en términos publicitarios que la de su principal competidor, contestó preguntando qué había pasado con su cuenta de resultados y la de su principal competidor durante los últimos años. “¡Nice shot!”

José Ramón Iturriaga
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