Penúltima actuación de Draghi, el presidente del BCE. La semana pasada asistimos a unos de los últimos «performance» de Mario Draghi en Fráncfort y no defraudó a nadie. Aunque no anunció ninguna medida, dejó claro que en septiembre dará otra vuelta de tuerca a la política monetaria. Tal vez, más que por las medidas en sí mismas, lo importante es demostrar determinación. A estas alturas del partido que el tipo de depósito al que los bancos dejan su dinero en Fráncfort sea del -0,40% o el -0,50% no parece que cambie la película.
Teniendo en cuenta las condiciones absolutamente extraordinarias a las que se financian los países de la zona euro, tampoco da la impresión de que sea necesario un nuevo programa de compra de deuda. Pero no es eso. Se trata de gestionar expectativas y demostrar que si fuera necesario el BCE sigue teniendo pólvora seca y la voluntad de utilizarla.
La clave, por lo tanto, no es lo que puedan o no hacer –aunque en política monetaria eres esclavo de tus palabras–, sino si realmente es necesario.
En este aspecto, la reunión del consejo del Banco Central de la semana pasada aportó alguna clave. El criterio no es unánime y hay miembros del mismo que creen que no resulta necesario. Es decir, no lo ven tan mal como nos cuentan los que se encargan de escribir el relato del día a día. Y probablemente esto no cambie nada lo que pueda pasar en septiembre. Saldrán con un nuevo paquete de recompra de deuda, bajarán los tipos y sacarán algún otro conejo de la chistera. Y probablemente será por unanimidad. Todos entienden que no te puedes poner delante del relato, ni siquiera los bancos centrales. Todos somos víctimas.
Sin embargo, solo el tiempo resolverá –y no tardará mucho– en ver si era o no realmente necesario. Si la desaceleración actual tiene mucho de coyuntural y poco de estructural y una vez el comercio internacional vuelva a coger tracción, pasaremos de página.
Articulo publicado en ABC.
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