Las malas noticias económicas no han cesado en las últimas semanas. No hay día que pase sin que un nuevo organismo internacional rebaje las estimaciones de crecimiento y cause enorme revuelo en los medios. Titulares grandilocuentes que dan alas a los Casandras que ven en esas pocas décimas menos de crecimiento el principio del fin. Y con independencia de que crezcamos un poco más o un poco menos, no nos podemos dejar llevar ya que estaríamos errando en nuestro análisis. No sólo seguimos creciendo, sino que lo hacemos más y mejor que el resto. Por primera vez en nuestra historia económica crecemos sin necesidad de financiación exterior, a pulmón, con superávit por cuenta corriente.
La siguiente pata de la recuperación viene del consumo. A la fuerte creación de empleo de los últimos años se suma la paulatina recuperación de los salarios, lo que sienta las bases para más y mejor crecimiento, en el que la construcción vuelve a recuperar parte del protagonismo que no ha tenido durante los primeros años de la recuperación. De hecho, tras haber superado la mayor crisis económica de nuestra historia moderna, estamos en los primeros compases de un ciclo económico que va a ser más largo que lo que muchos están pronosticando. Un ciclo pseudo virtuoso, porque a diferencia de los anteriores no estamos creciendo a costa de desequilibrios fiscales o de la balanza de pagos.
Por lo tanto y a pesar del desasosiego general que generan las noticias que recortan las estimaciones de crecimiento, el análisis desapasionado de los datos permite llegar a conclusiones muy esperanzadoras de lo que tenemos por delante. Más y mejor crecimiento que no tardará en imponerse a los tristes pronósticos que han propiciado la revisión a la baja de las estimaciones para próximos ejercicios por motivos puramente exógenos y coyunturales.
Artículo publicado en ABC.
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