Estados Unidos nos saca un par de cuerpos en esto de la recuperación. Llevan varios años creciendo y están prácticamente en lo que en el argot económico se conoce como pleno empleo -allá es el 5% y aquí es de casi el doble, cosas de la economía sumergida-.
Sin embargo, dada la profundidad de este último golpe y a diferencia de otras salidas de crisis, la recuperación de los sueldos ha tardado mucho más. Lógicamente se ha suscitado un interesante debate que, por el momento, estaban ganando los discípulos de la catástrofe. Sin embargo, como hemos podido observar en los últimos meses, parece que la recuperación en sueldos por fin llega.
Evidentemente, las consecuencias son muchas, pero quizás la más interesante es que el sentido común se vuelve a imponer. Primero se ha regresado a niveles de ocupación razonables y posteriormente está llegando la recuperación de los sueldos. Son las cosas de la oferta y la demanda. El hecho de que esta vez haya sido distinto habrá que buscarlo en las características de la hecatombe a la que acabamos de sobrevivir y que ha sido, a todas luces, extraordinaria.
Por lo tanto, aunque con algo de retraso sobre el horario previsto, Estados Unidos crece, crea empleo y mejora en sueldos. Otro paradigma que, contra lo que algunos opinaban, ha permanecido incólume. Los seguidores del estancamiento secular tienen que pensar en cambiar de caballo, éste empieza a cojear.
Artículo publicado en ABC.
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