Los mercados están rotos. El fortísimo repunte de la volatilidad ha desatado una oleada de ventas indiscriminadas, lo que en el argot se conoce como risk off (riesgo fuera). Cae todo y cae a plomo: materias primas, Bolsas, bonos e incluso el oro. Y este movimiento indiscriminado constituye la mejor prueba de la desconexión total entre los mercados y los fundamentales. Es imposible establecer relaciones de causalidad.
Las sucesivas caídas de los índices americanos, las aperturas de los diferenciales de deuda, los bruscos movimientos de las divisas son distintas caras del mismo fenómeno: la búsqueda de liquidez. El precio de los distintos activos solo demuestra las ventas forzadas de los inversores, es la consecuencia de esta locura colectiva que embarga al mercado.
Pero esta situación, como la sanitaria, también es temporal. Y las autoridades monetarias tienen las herramientas necesarias para que este proceso no entre en una espiral diabólica. Los anuncios de la semana pasada por parte de la Fed y del Banco Central Europeo son el mejor ejemplo. Tienen munición y la van a utilizar, por ellos no va a quedar. Es el momento de aportar soluciones, no de dar lecciones.
El BCE cortó en seco el contagio de las primas de riesgo de los países periféricos con el anuncio del programa excepcional de compras. Tenemos muy recientes los aprendizajes de la última gran crisis como para volver a ir a remolque de los acontecimientos.
Así las cosas, no hay duda de que los mercados recobrarán la calma y pondrán en precio el carácter temporal de esta crisis económica. Las Bolsas, los bonos y las materias primas volverán a reflejar una realidad económica que, sin ser la de hace unos meses, tampoco es la que reflejan actualmente los precios de los distintos activos.
Artículo publicado en ABC.
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