Lo tenemos todos claro. Estamos viendo el lado oscuro de las redes sociales. O, mejor dicho, del mal uso que en algunos casos se ha hecho de las mismas. Su máximo exponente son las «fake news», que se han hecho carne en Trump, Putin, el Brexit o la coalición de gobierno italiana.
La desintermediación o la pérdida de autóritas de los medios tradicionales, además de pasar por la trituradora de la nueva revolución industrial –y ya no me acuerdo del X.0 por el que vamos– se ha traducido en una manipulación más o menos burda, pero sin duda efectiva.
Lo único bueno es que ya somos perfectamente conscientes de todo. Nos manipulan y nos usan, y lo sabemos. Las consecuencias, o por lo menos algunas de ellas, son conocidas por todos. Así las cosas, debería darse un renacimiento del pensamiento crítico que, de hecho, ya se está dando. Y son algunos de esos medios tradicionales los que lo están capitalizando. Quizá el mejor ejemplo sea «The New York Times». O alguna de las otras grandes cabeceras anglosajonas, que han sabido imponer su criterio en el marasmo actual. Constituyen un contrapunto minúsculo al ruido imperante. Sin embargo, se han convertido en un refugio que cada vez ampara más. La necesidad de información contrastada, fiable y crítica que permite construir una opinión es cada vez mayor. Se está produciendo un cierto efecto boomerang y frente a la información rápida e inane, credibilidad y profundidad.
Las redes sociales solo tienen un camino. Sus beneficios son muchos, y desde luego más que sus problemas. Sin embargo, quiero creer que este resurgir del pensamiento crítico también es imparable. La duda es quién, en España, será capaz no ya de liderarlo sino de simplemente aprovecharlo.
Artículo publicado en ABC.
- Vacuna - 17 agosto, 2020
- Baile bancario - 17 agosto, 2020
- ¿Mercados eficientes? - 17 agosto, 2020