Si bien podría analizar la coyuntura actual con el gorro de ciudadano -o de contribuyente-, en lo que a estas líneas se refiere siempre lo haré desde la óptica del inversor. Entre los que nos dedicamos a esto hay muchas cosas que desde luego nos indignan, pero no sólo podemos indignarnos. Hace tiempo que sabemos que las emociones son el peor consejero financiero y no queda otra que dejarlas de lado a la hora de tomar decisiones de inversión.
La respuesta del mercado al anuncio de un posible nuevo gobierno en España ha sido bastante contenida, al contrario de lo que han dicho algunos titulares, lo que por otra parte resulta inevitable. Una caída de algo más de dos puntos de la bolsa y un incremento de la prima de riesgo insignificante no son como para escribir a casa.
Los mercados tienen ya la perspectiva suficiente para comprender que el margen de los gobiernos en lo que de verdad afecta la valoración de los activos no es mucho. Han visto lo que ha pasado en otros países con gobiernos de corte más radical y lo que han hecho algunos de corte similar a nivel autonómico o municipal. Las limitaciones son evidentes.
En la Unión Europea, donde no hay atajos, la política monetaria está cedida desde hace tiempo al Banco Central Europeo. En materia económica, desde los presupuestos a las grandes iniciativas legislativas, Bruselas es quién marca las líneas a seguir. El margen es pequeño y hemos aprendido que no hay ningún beneficio en ponerse delante. Podemos decir que, en cierta medida, el mercado está vacunado.
Los límites son claros. Hace unos años, José Mujica, expresidente de Uruguay, lo explicaba de forma clarividente en una entrevista. Cuando el periodista, de forma un poco impertinente, le preguntó por qué en su mandato no había hecho nada más que gestos de cara a la galería y no políticas de izquierdas, Mujica le contestó: “me topé con la realidad”. Y es que la realidad es muy tozuda, y más en la UE.
Llevamos al menos desde 2015 dándole vueltas a la posibilidad de un ejecutivo de corte populista en España. Y aunque sin duda hubiera sido mejor evitárnoslo, lo único bueno de que salga un gobierno de este pelaje es que nos permitirá perderle el miedo. Ya saben aquello de quien lamenta padecer, ya padece porque lamenta.
Artículo publicado en ABC.
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