El recambio de Draghi

En octubre de este año Mario Draghi dejará la presidencia del Banco Central Europeo. La elección del sustituto no es baladí ya que el italiano ha pasado con nota sus ocho años al frente. Cogió una institución prisionera de sus propias limitaciones y consiguió darle la vuelta y recuperar la iniciativa como máxima autoridad monetaria europea.

Su mandato pasará a la historia por la celebérrima frase de verano de 2012 –“haré lo que sea necesario y, créanme, será suficiente”–, lo que constituye el mejor reflejo de lo que hoy es la política monetaria: credibilidad. No se trata tanto de las herramientas que tenga a su disposición –la historia reciente nos enseña que son prácticamente ilimitadas–, sino del ánimo de utilizarlas. Lo importante es que quien llegue no desande el camino emprendido.

Hemos avanzado mucho y la vuelta atrás no parece una opción realista. Hay que recordar en este punto que, aunque la figura del presidente es importante, las decisiones de adoptan en el seno del Consejo y todos los posibles sustitutos han participado en mayor o menor medida de todo este proceso.

Las quinielas ya están en todo lo alto y a medida que nos vayamos acercando al mes de octubre darán más que hablar. Parece que el sustituto tendrá un perfil ortodoxo -alemán, holandés o nórdico- ya que los últimos puestos de responsabilidad han sido para los países más pródigos como la reciente vicepresidencia para Luís de Guindos.

Como muchas otras cosas de la vida, el nuevo monetarismo, en el que los bancos centrales tienen un papel central, tiene más de arte que de ciencia sobre todo en lo referente a la gestión de las expectativas. Allan Greenspan, otro banquero central, dijo: “Si usted cree que me han entendido es que yo no me he explicado bien”.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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