Hace pocos días, en una charla de visión de mercados, uno de los grandes inversores españoles -Josep Prats, con quien tengo la suerte de compartir pupitre- utilizó una imagen para desmontar uno de los mitos que últimamente se han instalado en la comunidad inversora. Le bastó comparar dos fotos para echar por tierra uno de los augurios que más han calado últimamente en el mercado. A un lado, la selección japonesa de fútbol; al otro, la francesa. Sólo esa imagen le bastó para echar por tierra la posible japonización de la economía europea. Todos los jugadores de la selección japonesa son japoneses, japoneses mientras que los jugadores de «les bleus» son un crisol de razas. Esta es la gran diferencia. Japón en el mundo es la excepción y no la norma. Es el único país desarrollado que ha cerrado sus fronteras a cal y canto y en el que prácticamente la totalidad de su población tiene cuatro abuelos japoneses. Eso no es extrapolable al resto de economías desarrolladas. Tanto Estados Unidos, como los países europeos desarrollados, son receptores netos de inmigrantes que llegan al calor del trabajo.
Hay que recordar que la demografía está detrás de todas las grandes tendencias macro. Lo estamos viendo en las economías emergentes con China a la cabeza, en las que cada año aumenta significativamente la clase media. Pero también lo vimos en España en los años del milagro económico, cuando seis millones de personas engrosaron las listas de cotizantes a la Seguridad Social. Todo son temas demográficos.
Por lo tanto, la manoseada japonización de la economía europea es un argumento del todo falaz, titulares efectistas sin enjundia. Europa no es Japón, como tampoco lo podría ser nunca Estados Unidos. La demografía ha condenado a Japón a cuarenta años sin inflación, algo que no ha pasado en el viejo continente ni en los peores momentos de la crisis. Así que tratar de extrapolar lo visto en el país asiático al resto de economías desarrolladas solo puede servir para que los agoreros de salón se luzcan con su público. Para nada más.
Artículo publicado en ABC.
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