El galimatías del referéndum italiano es algo difícil de entender. Por no entender, yo no sé ni lo que votan. Todo parece reducirse a un plebiscito sobre la continuidad de Renzi, que supongo tendrá sus razones para embarcarse en este proyecto, pero que desde luego a mí se me escapan. Más allá de la importancia que se le quiera dar, y la lectura en clave de los riesgos sobre el avance del populismo, tiene pinta que son unas votaciones en clave interna. ¿Y la revolución? Pues seguirá como siempre.
Las presidenciales francesas tienen más importancia. Pronto, en las próximas semanas, tienen lugar las primarias del partido conservador. A doble vuelta, como las presidenciales, se resolverá el pulso entre Juppé y Sarkozy*. Una victoria del primero debería enterrar las posibles dudas sobre el apoyo de los socialistas a los conservadores en la segunda vuelta de las presidenciales, que se jugarán, con toda seguridad, contra la ultraderecha de Marine Le Pen. No es una bola de partido, pero la probable victoria del candidato más centrado supondría un ahorro de tinta para los discípulos del apocalipsis.
Y el avance de la ultraderecha en Alemania no va a llegar ni a la categoría de anécdota. Tenemos –a Dios gracias– Merkel para rato. Las grandes coaliciones entre socialistas y conservadores, con verdes o sin ellos, es moneda de uso común. Y el nivel de incertidumbre dependerá de la capacidad de cada uno de autosugestionarse.
En cualquier caso, el marketing del miedo resulta imparable. Ya está en marcha. Cada uno de estos eventos se analizará como un todo o nada, no en balde está en juego ni más ni menos que la continuidad del proyecto europeo. En fin. No hemos llegado hasta aquí para nada. A los seguidores de la filosofía de la sospecha solo les puede embridar el tiempo. Disfruten de sus últimos días de gloria.
Artículo publicado en ABC.
*Este artículo fue editado antes de conocer el resultado de las elecciones de primera vuelta del partido conservador francés. Sin embargo, con la victoria de Fillion -con Juppé segundo- y Sarkozy fuera de la carrera presidencial, no se modifica la tesis del artículo, puesto que Sarkozy era el principal escollo de un hipotético apoyo de los socialistas a los conservadores en una segunda vuelta electoral contra Le Pen.
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