España no es Italia

Con la llegada del nuevo gobierno, todo el mundo está muy atento a la reacción de los mercados en España. Y de momento la mejor noticia es la ausencia de respuesta. La prima de riesgo no se ha inmutado y el comportamiento de la Bolsa, como demuestran las pocas sesiones desde que ha empezado el año, tampoco ha dado señales de alarma.

La demanda en las primeras emisiones de bonos del Estado ha sido extraordinaria y las entidades privadas tampoco han tenido mayor problema en acceder al mercado de deuda. Importa recordar que esto no fue así con Italia, donde la diferencia es que nuestro gobierno, al contrario que los italianos, no ha identificado a Europa como el enemigo. Esperemos que siga así incluso cuando no se avengan a modificar la senda fiscal española.

Y en lo que respecta a la Bolsa, tampoco ha dado señales de alarma. De hecho, en lo que llevamos de año, el patrón de comportamiento ha sido el mismo de los últimos tiempos. Seguimos en un mercado en el que manda la visión «top-down». Por ello, en cuanto ha habido algo de ruido geopolítico –Irán ha sido la excusa esta vez– los inversores deshacen posiciones de riesgo y la Bolsa española, dada su composición sectorial, es de los índices que peor lo hacen. Y al revés. Si como de verano a esta parte, los miedos a una desaceleración económica se van dejando en segundo plano y el movimiento de la curva de tipos de interés continúa normalizándose, la bolsa española –otra vez por funciona su composición en ambos sentidos– sectorial, lo hará mejor.

El problema con la Bolsa española durante estos últimos años no ha sido España. O el gobierno, o la falta de este. Ha sido el peso de determinados sectores –bancos, telecos, ciclo– el que ha lastrado el comportamiento del índice, en un entorno de mercado donde la polarización intersectorial ha sido enorme. que lo hayan El peso hecho de los bien sectores estos últimos años brilla por su ausencia.

No va a ser así porque resulta un recurso facilón, pero el comportamiento de la Bolsa estos últimos tiempos debería servir para desmontar la tan extendida relación de causalidad entre gobiernos y cotizaciones, que cada vez es menor y se limita a aquellos sectores donde la regulación marca la rentabilidad.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
Sígueme
Últimas entradas de José Ramón Iturriaga (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.