Foto: Pablo Tupin-Noriega.
Entre los riesgos para este año, el del resultado de las elecciones francesas es el más importante. Olvídense de Trump, los chinos o Corea del Norte, lo que de verdad puede cambiar el discurrir normal de las cosas es un gobierno de corte populista en Francia, que ponga en jaque la moneda única.
Hoy, con los resultados de la primera vuelta recién salidos del horno, aún se está en el camino de descartar esa opción. Y más allá del análisis político, desde la óptica de los mercados, el hecho de cerrar –por fin– el “riesgo euro” supone un antes y un después. Llevamos demasiado tiempo con el cantar de que el euro se rompe, lo que ha supuesto una losa enorme sobre todos los activos denominados en euros. Cerrar este capítulo –ya lo hemos empezado a hacer– dejaría el camino expedito para que los activos en euros vuelvan por la puerta grande al radar de los inversores internacionales.
Un eventual tándem franco-alemán europeísta como resulta previsible, despejaría las dudas que todavía existen sobre la viabilidad de la moneda común. Tras una travesía en el desierto, el resultado de las elecciones francesas los pone en el disparadero a los activos del continente. El Financial Times tardará en reconocerlo –como la crisis inmobiliaria en Londres-, pero es así.
Las inercias de los últimos tiempos, en los que la bolsa europea –y en concreto la española– lo ha hecho mejor que la americana, se acelerarán. El gap de valoración relativa entre los otrora apestados PIGS y los “motores de Europa” se cerrará. Y los sempiternos pesimistas tendrán que buscar otro hueso que roer.
Artículo publicado en ABC.
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