Evitar un «credit crunch»

Llevamos machacando mucho tiempo con que esta crisis es completamente distinta. No solo se trata del origen de la crisis, sino de las medidas que se están adoptando. Y ya empezamos a ver los frutos de algunas de ellas.

Por primera vez en una crisis estamos viendo que aumenta el crédito a las empresas. Gracias a los avales públicos asistimos a algo sin precedentes. Sin estas garantías, al igual que hemos visto en otras crisis, el crédito hubiera colapsado, amplificando su efecto.

Esta es la razón principal por la que los análisis que se han hecho para inferir el futuro en función del pasado no sirven. En la crisis de 2008 se produjo una contracción del crédito («credit crunch») sin precedentes. El punto de partida en cuanto al apalancamiento del sector privado y la banca era completamente distinto y la respuesta de las autoridades monetarias y los supervisores no tuvo nada que ver.

La clave para que esta crisis de liquidez no degenere en una crisis de solvencia es sin duda que el dinero circule. Y lo está haciendo. Para que las políticas monetarias sean efectivas es importante no estrangular a su correa de transmisión, es decir, los bancos. Y hoy estos, lejos de ser el origen del problema, son una parte esencial de la solución, como ya estamos empezando a ver.

Sin duda, la salida de la crisis no depende exclusivamente de que el dinero llegue, pero sí es una pata importante. El control de la epidemia, evitar medidas muy radicales y que a los agentes económicos no se les encoja el brazo son factores adicionales que van a determinar la velocidad a la que salimos del hoyo. Con todo, que no se produzca un «credit crunch» es condición indispensable.

Lo tienen claro y ya han anunciado que van a seguir perseverando en la buena dirección, con la ampliación de la cuantía del esquema de avales de las líneas del ICO, algo que sin duda constituye un éxito de respuesta de la política económica y como tal hay que reconocerlo.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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