Soy poco dado a interpretar los posos del café, que es en lo que se han convertido las reuniones periódicas de los banqueros centrales en los últimos tiempos. Sin embargo, la reunión celebrada la semana pasada en Estados Unidos, sí se produjo un cambio sustancial. Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, subió la apuesta y dio a entender que está más que dispuesta a soportar un nivel de inflación más elevado para consolidar la incipiente recuperación.
Resulta probable que tras esta decisión se encuentren las dudas que aún pesan sobre la sostenibilidad de dicha recuperación. Un buen ejemplo de riesgo asimétrico. Prefieren asumir las consecuencias de que la inflación se vaya un poco de las manos frente a que la economía no logre afianzar la mejora porque suban tipos antes de tiempo. Siempre podrán hacerlo más deprisa si el momento lo requiere.
Las consecuencias de dejar que la inflación esté por encima de su objetivo son importantes. Por un lado, dejan en una situación difícil al resto de bancos centrales y, por otro, afecta a la valoración de diferentes activos. Tanto el BCE como el Banco de Japón tendrán que flexibilizar sus políticas en la misma proporción si no quieren que sean sus divisas las que paguen el pato de este nuevo monetarismo. Respecto a los activos, el dólar debería seguir debilitándose contra todo el mundo, el crédito y la Bolsa haciéndolo bien y la curva de tipos de interés americana debería coger pendiente en la medida que se es más tolerante con la inflación.
Artículo publicado en ABC.
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