El fenómeno Trump

Hasta a los más optimistas se les ha hecho un nudo en el estómago cuando han visto el vuelco en las encuestas de las elecciones presidenciales americanas. Las similitudes con lo que pasó en el Reino Unido son muchas. El votante de Trump es muy parecido al del brexit desde un punto de vista sociológico: clase media frustrada, en la que el discurso populista agarra fácilmente. Y tras los últimos resultados electorales que hemos visto en el mundo, nadie se atreve a descartar que semejante personaje –y semejante discurso– pueda llegar al poder de la primera economía global.

20161107-jriturriaga-abcVisto lo visto, los mercados primero atizan y después preguntan. Al contrario de lo sucedido en el referéndum inglés, las Bolsas han caído los días antes a la votación. No han servido los análisis en los que se concluye que el aumento en las estimaciones de voto del peculiar candidato se ha producido en aquellos estados donde ya ganaba y no en los doce o trece en los que no las tiene todas consigo y que decidirán el resultado electoral. De hecho, un análisis sosegado de lo que puede pasar en estos swing states da casi por segura la victoria de la candidata demócrata. Sin embargo, no es tiempo de análisis y mucho menos de sosiego.

Hacer cualquier pronóstico a estas alturas creo que no promete ningún beneficio. Tratar de poner algo de cordura a este debate resulta baladí. Nadie quiere que la realidad estropeé los grandiosos titulares con los que hemos desayunado en los últimos días. La superioridad intelectual del escéptico es algo contrastado. Y, además, nadie quiere que le hagan cambiar de opinión.

En pocas horas sabremos si nos hemos ahorrado pisar el charco de Trump. Evidentemente no lo sé. Si fuera así, tal vez lo más importante para tomar decisiones de inversión sea fijarse en lo que realmente importa: ciclo económico, empresarial y de tipos de interés. Y si no lo es, si ganara Trump, no se preocupen pues el sol va a seguir saliendo todos los días y los peores augurios que últimamente muchos corean no se van a cumplir. Espero no tener que dedicarle más líneas a este tema, aunque no sé si confundo – una vez más– deseos con realidades.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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