De vez en cuando es interesante repasar algunas cifras para poner las cosas en contexto. El PIB español está algo por encima de 1,2 billones. El gasto público en un año normal es algo menos de la mitad del PIB, que está cubierto por los ingresos públicos. La diferencia es el famoso déficit público que el año pasado se situó por debajo del 3% (30.000 millones). Con estas magnitudes, podemos comentar las noticias económicas de la semana pasada y ponerlas en contexto.
Por un lado, la posibilidad de ahorrarnos 2.000 millones en diez años por acudir al mecanismo europeo de rescate (MEDE) no impresiona tanto como cuando la Comisión Europea lo anunciaba la semana pasada. 200 millones al año – de gasto al año para una economía como la española es el menudeo. También conocimos el guiño del señor Iglesias a su parroquia con el anuncio de la tasa a los ricos que levantó tanto revuelo. El 1% del PIB, 11.000 millones. Más allá de que esto es parte de la estrategia política de Podemos para desmarcarse del PSOE y construir su relato, sería imposible recaudar esas cantidades y tampoco solucionaría gran cosa.
Por el lado de los ingresos, está todo inventado. Para recaudar más hay que ir por donde fue Montoro en su celebérrima subida de impuestos de 2012: IVA e IRPF a las clases medias. Y ahí poco más se puede rascar. Las tasas Google, Tobin o Patrimonio son el chocolate del loro.
Hay sumar lo que por arte de birlibirloque se ha convertido en la medida estrella de la ministra de trabajo: los ERTE. Haciendo un número un poco burdo, esta medida tan bien pensada y que resulta tan útil en las circunstancias actuales, como sorprendentemente reconocen los miembros del Gobierno tras haberla criticado hasta la saciedad, sale cara. Más de 10.000 millones al mes, ahí su debilidad. No se puede mantener mucho tiempo. La prioridad debería ser levantar el cierre lo antes posible. No es tiempo de debates baldíos sobre subidas extemporáneas de impuestos que además no son efectivas. Es hora de centrar los esfuerzos en que el proceso de reapertura sea lo más rápido y eficaz posible. Menos dogmatismo y más flexibilidad y colaboración con el sector privado.
Artículo publicado en ABC.
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