Los griegas pasada resultados sirven durante para de la las semana hacer elecciones varias reflexiones desde la óptica de los mercados. No hace falta recordar que hace pocos años seguíamos sesiones parlamentarias griegas, en griego claro, sin que en mi caso hable griego, ante el desafío de Tsipras, Varoufakis y compañía, que fue uno de los episodios europeos más importantes de los últimos tiempos.
Como entonces no se rompió nada y al final se impuso la sensatez, constituye un precedente, un hito importantísimo de esa tesis doctoral no escrita sobre el «behavorial finance», o cómo las emociones nos afectan a la hora de tomar decisiones en este caso de inversión.
La lección inversora esencial es que tras muchas idas y venidas, referéndum incluido, los griegos optaron por no tirarse por el barranco. Y por mucho que se dijera entonces –y fue muchísimo–, se acabó imponiendo el sentido común. Entonces, como ahora, salirse del euro no soluciona ninguno de los problemas que puedan tener las economías de la Unión Monetaria y, sin embargo, sí acarrearía graves consecuencias para todos, sobre todo para quien decidiera salirse. Algo tan sencillo como lo anterior fue discutido hasta la extenuación entonces.
Recordar lo sucedido también sirve para relativizar lo que acontece ahora. Hoy la guerra comercial, Italia o el Brexit son los riesgos que conforman los relatos con los que estamos a vueltas en el mercado. Entonces, y no fue hace tanto, hablábamos de que Grecia era la punta de lanza de los populismos en Europa, que tomarían el cielo al asalto, y que los cajeros dejarían de dar dinero. Hoy, por mucho que lo queramos estirar, no estamos en las mismas condiciones.
Los riesgos no son comparables ni por asomo y hoy contamos con el aprendizaje de la experiencia. Como desde hace muchos cientos de años, los griegos siguen enseñándonos el camino.
Artículo publicado en ABC.
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