Ya hay gobierno. Se cierra el capítulo del riesgo político y tengo la sensación de que esta legislatura va a ser más fructífera de lo que los casandras de salón pronostican. Más allá del lógico impacto positivo que tiene en las dinámicas macroeconómicas el entierro del riesgo político, creo que merece la pena repasar los efectos en distintos sectores económicos.
Las entidades financieras son las que sin duda más directamente se benefician de la mejora de la percepción de riesgo país debido su carácter de proxis del riesgo político. Además, el nuevo gobierno trae debajo del brazo la solución para las participadas por el Frob, lo que se va a convertir en el pistoletazo de salida para la última vuelta de tuerca del proceso de concentración del sector bancario español. A lo anterior hay añadir que la formación de gobierno puede provocar un aluvión de operaciones de los grandes inversores institucionales, lo que permitirá a los bancos liberar balance.
El otro sector al que claramente beneficia la formación de Gobierno es el inmobiliario. Además del incremento de transacciones, tanto a nivel particular como –sobre todo– institucional, el carácter continuista de este Ejecutivo debe enterrar los miedos frente a eventuales cambios legislativos –por ejemplo sobre el régimen de las socimis–. Las constructoras, por su parte, se pueden beneficiar marginalmente de que al fin haya gobierno en la medida en que el nuevo Presupuesto incorpore inversión en infraestructuras. No será mucho en cualquier caso.
Los sectores que están más expuestos a cambios regulatorios –telecos, compañías eléctricas o televisiones, entre otros– no deberían atisbar amenazas en el horizonte, puesto que no hay razones para anticipar golpes de timón significativos en el marco legal actual.
Artículo publicado en ABC.
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