Impacto de la crisis catalana

El último informe el Banco de España sobre el impacto económico de la crisis catalana ha dado titulares que difícilmente podían pasar inadvertidos. En el mejor de los casos, el ritmo de crecimiento de la economía será tres décimas más bajo de lo esperado hasta ahora. En el peor de los escenarios, un 2,5% menos. Este último dato, claro, es el que ha copado las portadas de los periódicos.

Ahora bien, si nos metemos en el detalle de las estimaciones, podemos decir que se trata de un titular algo forzado. La premisa fundamental para valorar la magnitud de la crisis es la duración de la misma.

El peor escenario supone que la crisis catalana degenera en una crisis de confianza de los agentes económicos comparable a la de 2008 o 2011, pero no parece razonable. En esos días, hace ya casi diez años, los gestores nos metíamos en la cama con serias dudas sobre si al día siguiente nuestro mundo iba a seguir existiendo tal y como lo conocíamos. Solo la intervención de la Reserva Federal americana logró atajar una crisis que a punto estuvo de llevárselo todo por delante. Las consecuencias fueron mayúsculas, pero podrían haber sido todavía peores. La crisis del euro (2011) también supuso un torpedo en la línea de flotación del proyecto europeo. La sensación de que los cajeros automáticos dejarían de dar euros es un buen ejemplo de lo que supuso esa crisis en términos de confianza.

Por lo tanto, y por lo reciente que tenemos las crisis anteriores, cualquier comparación en términos económicos resulta improcedente. Lo peor en términos de confianza para los agentes económicos está ya por detrás. Tal y como está discurriendo el desenlace, con independencia de lo que pase en las elecciones del 21-D, la incertidumbre no va a ir a más, todo lo contrario. El problema de fondo no queda solucionado, pero enterremos la sensación de zozobra que a todos nos ha invadido durante los últimos días, que es lo que podría haber tenido mayores consecuencias de no haberse atajado. Es probable que Cataluña, desde el punto de vista económico, ya se haya pegado el tiro en el pie. Haber llevado la situación al límite va a tener consecuencias duraderas en lo que a potencial de crecimiento se refiere. Sin embargo, en el conjunto de España las consecuencias no debieran ser alarmantes y desde luego no truncan las buenas dinámicas de fondo. Así las cosas, es bastante probable que en unos meses estemos revisando al alza las estimaciones de crecimiento que con tanta alegría se han recortado en los últimos días.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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