Tengo la suerte de que a prácticamente todo lo que sucede se le busca una interpretación desde la óptica de los mercados. Desde la famosa prima de riesgo al Ibex 35, cuando no directamente la casta, todos los sucesos parecen estar sujetos al escrutinio de los inversores. Y decía que tengo esa suerte porque el mercado no tiene un teléfono al que llamar para que en pocos minutos nos cuente qué es exactamente lo que pone en precio cada día.
Por lo visto, la semana pasada, la investidura fallida de Sánchez ha pasado sin pena ni gloria. No parece que el mercado esté ahora con ese hueso. Hay que recordar que hasta hace poco las vicisitudes políticas europeas preocupaban mucho a los inversores. Eventos como las idas y venidas de los griegos e italianos o el Brexit han dominado el relato inversor durante los últimos años. Sin embargo, España salió del foco hace tiempo y la investidura fracasada no nos ha vuelto a poner encima de la mesa.
Al mercado no le preocupa la situación política en España por las razones correctas. Desde la distancia, España se ve como un remanso de moderación. Los tres principales partidos aglutinan el 70% de los votos y ninguno cuestiona el «statu quo». Nadie serio está planteando salir de Europa. El euro no está en cuestión. La estabilidad presupuestaria es algo aceptado –otra cosa es el cómo se llega a ese punto– y el populismo ha agarrado con menos fuerza. Por lo tanto, las dificultades para sacar adelante la investidura son vistas como un problema doméstico que se solucionará de una forma u otra.
Ahora bien, si el mercado prestara más atención a España, lo que pasó la semana pasada tendría que leerse positivamente. Pedro Sánchez no salió ungido por las razones correctas. No cedió competencias clave. No sé si por responsabilidad –algo de lo que no parece muy sobrado– o por animadversión personal, lo que ofreció a Unidas Podemos estaba vacío de contenido. Tal vez haya que agradecer a la desconfianza que se profesan que no haya estado dispuesto a mercadear con las cosas importantes. No tener gobierno desde luego es mucho mejor que tener un mal gobierno y esa posibilidad, visto lo visto, parece que lo podemos descartar, al menos de momento.
Artículo publicado en ABC.
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