La bolsa y el virus

Pánico en las Bolsas y caídas semanales que no se veían desde hace diez años tras el salto del coronavirus a Europa. El miedo campa a sus anchas y los mercados no han banalizado en absoluto con el asunto, todo lo contrario. El índice de volatilidad VIX, que podría ser un termómetro del miedo que cotiza en los mercados, rozó el viernes los 50 puntos, el nivel más alto de los últimos 20 años, más alto que en el final de la burbuja puntocom, el 11S, la explosión de la burbuja «subprime» y la gran recesión posterior, Grecia y la crisis del euro…

El desenlace de la epidemia china será el que tenga que ser y desde luego yo no soy quién –doctores tiene la Iglesia– para aportar nada al debate científico. Ahora, en lo que respecta a los mercados, sí tenemos episodios anteriores suficientes como para tratar de anticipar su comportamiento. El patrón ha sido similar a otras crisis y se pueden diferenciar tres fases: la indiferencia inicial, la sobrerreacción y la relativización posterior. Hoy estamos en la segunda.

Ante la extraordinaria respuesta de los índices financieros, la duda es si esta vez será distinto. Sorprende que, con toda la información de la enfermedad de la que disponemos –sus relativamente bajas tasas de mortalidad, el contagio y, sobre todo, la forma de controlar su expansión–, la reacción del mercado haya sido de tal magnitud.

No hay ninguna duda sobre el impacto que va a tener en la economía: parte del mundo se ha parado durante unas semanas y eso tiene consecuencias. Hoy, con la cabeza metida en la centrifugadora de los datos –narrar una epidemia caso a caso es agotador–, resulta difícil mantener la perspectiva necesaria. Con todo, las experiencias pasadas enseñan que el impacto económico es intenso pero breve, lo que finalmente se traduce en unas pocas décimas menos de crecimiento anual a nivel global, con mayores diferencias a nivel sectorial.

La explicación a estas caídas tan abruptas no está en la mayor o menor gravedad de este virus. Las mismas razones técnicas que ya estaban detrás de algunas incongruencias previas a esta crisis son las que ahora aceleran los movimientos en sentido contrario.

Así, si comparten conmigo que esta vez tampoco será distinta –la alternativa, como cantaba Chavela, que te pille bailando–, parece que las oportunidades de comprar Bolsa tras estas caídas son, a riesgo de sonar demasiado vehemente, extraordinarias. Si nos atenemos a los hechos, la corrección ha ido mucho más allá de lo que resultaba razonable, incluso con razones técnicas que lo justifican. Y, pese a lo que los oportunistas habituales puedan estar diciendo, el mundo seguirá girando y en poco tiempo miraremos hacia atrás y el coronavirus será un recuerdo más, como lo fueron el SARS o las «vacas locas».

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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