Durante los últimos días, la Bolsa española ha tenido su mejor comportamiento semanal en casi cuatro años. Más allá de la importancia que pueda o no tener la noticia y el hecho de que las subidas son menos noticias que las bajadas, lo que pasó en el Ibex es una buena excusa para hablar de las relaciones de causalidad. En el comportamiento de los mercados, estamos todos los días tratando de explicar un movimiento y su contrario. Son muchas las crónicas que todos los días se tienen que rellenar buscando las razones de lo que haya podido pasar. Y ese cortoplacismo, que desde luego no es exclusivo de la crónica bursátil, tiende a trivializar lo que sucede en los mercados. Son titulares muy efectistas a los que difícilmente vamos a renunciar, es comprensible; pero en muchos casos se establecen relaciones de causalidad que o lo son de forma tangencial, o directamente no son.
Por eso las crónicas de los últimos días se han quedado un poco en evidencia. Utilizar el mismo argumento para tratar de explicar lo que había pasado en el mes de enero y lo contrario en la primera semana de febrero resulta, más que bochornoso, un buen ejemplo de por qué justificar los movimientos a corto plazo no tiene mucho sentido. Muchas de las relaciones que establecemos como causales son, en el mejor de los casos, casuales.
El Real Madrid nunca ha ganado la Champions con un Gobierno del partido socialista. ¿Tenemos los madridistas razones para estar preocupados con el actual Gobierno? Sí o no, dependerá de lo que cada uno piense, pero no será porque nuestro equipo deje de ganar la copa europea. La Bolsa sube y baja para luego volver a subir y bajar. Las razones de los movimientos diarios no son tan unívocos como muchas veces nos venden y lo son y han sido siempre ineficientes. A partir de ahí, tratar de interpretar qué es estar en precio es más un arte que una ciencia.
Artículo publicado en ABC.
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