Foto: Gage Skidmore
El próximo presidente americano va a recibir una herencia económica mucho mejor que la de su predecesor y en algunos aspectos con escaso margen de mejora. El PIB ha recuperado lo mucho que se perdió con el crack de las subprime. El sistema financiero se ha restructurado y recapitalizado. Está en pleno empleo. Y en lo que respecta a los mercados, lo que toca en esta página semanal, la Bolsa marca nuevos máximos históricos prácticamente a diario. Por poner algún pero, la deuda pública también se encuentra en máximos, aunque no soy muy de criticar lo de la deuda porque no me gusta utilizar un argumento para una cosa y para la contraria.
Sin embargo, no podemos pensar por ello que esta nueva legislatura vaya a ser mala desde el punto de vista económico como algunos están tratando de hacer ver. Todo lo contrario: lo habitual es que todos los presidentes dejen las cosas mejor que se las encontraron. El caso de Obama resulta excepcional, porque cuando llegó al cargo el país -de hecho, el mundo en su conjunto- se encontraba en situación de emergencia económica y por ello solo había margen de mejora -la alternativa podía ser algo parecido a la película Mad Max-. Ahora es el turno de Trump, ya tendremos tiempo de valorar su gestión cuando toque.
Respecto a las bolsas pasa tres cuartas partes de lo mismo: el estado natural de los índices bursátiles es situarse en máximos. En tanto que el valor en el mercado de las compañías depende de la evolución de sus beneficios y estos de la actividad económica, en un mundo que no hace más que crecer, parece normal que la Bolsa vaya de pico en pico con intervalos temporales más o menos grandes. Así que el argumento de que el mercado americano está caro, porque se encuentra en máximos históricos, no me parece válido. Que están en valoraciones elevadas tiene algo más de enjundia, pero ahí entran en juego otras muchas consideraciones que no deberían resumirse en el múltiplo de un índice pues resulta simplista, aunque reconozco que también es muy efectista. Pero también hay que tener en cuenta la composición del índice y cuáles son las compañías que más pesan. Hay que tener en cuenta el momento del ciclo o cuánto paga el activo libre de riesgo en cada momento y, más importante aún, cuánto va a pagar en el futuro. Así las cosas, Trump hereda una Bolsa en máximos que no está barata en términos históricos, aunque en sí mismo eso no quiere decir nada. O, al menos, no quiere decir mucho.
Artículo publicado en ABC.
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