La primera noticia que leí ayer por la mañana fue que la Bolsa china había caído un 7% y en un rapto de perspicacia me dije a mi mismo: “hoy no va a ser un buen día”. La razón de la caída, al parecer, fue que el índice PMI de Caixin salió unas décimas por debajo de lo esperado. Reconozco que era la primera vez, en los 20 años que llevo en los mercados, que me topaba con este dato. Me explican que es el mismo dato que hasta hace poco calculaba el banco HSBC, que sí me suena más. En cualquier caso, sea de Caixin o de HSBC, la reacción de las Bolsas chinas me ha parecido exagerada.
De acuerdo con la definición de Bloomberg, este parámetro constituye un indicador adelantado de una encuesta que mide la evolución del sentimiento de un número limitado de empresarios sobre la actividad industrial. Y que un dato como este tenga semejante impacto en el mercado de valores parece, al menos, desproporcionado. Por momentos campaban por las redes titulares de que el arranque de la bolsa americana estaba siendo el peor desde 1932 –lo que luego se quedó en el peor de los últimos ocho años, que es bastante pero no lo mismo-. Así que debía haber algo más… Al parecer, también el banco central chino intervino el yuan y lo depreció algo más de medio punto porcentual. Importa recordar en este punto que la tan mencionada intervención de China en su divisa se tradujo en una depreciación de algo más del 3%, lo que no supone ninguna hecatombe.
Así que las dos razones tras la caída de ayer son: un dato adelantado de una encuesta sobre la actividad industrial y la intervención del banco de china. Nada muy distinto de lo que propició la volatilidad de las Bolsas en agosto. Y aunque esto podría ponernos nerviosos, creo que todo lo contrario. Por un lado, las dudas que había sobre el cambio de modelo chino y sus efectos para la economía tras lo visto en la última parte del año pasado, se han resuelto. China no está descarrilando sino creciendo de forma distinta y las consecuencias no son necesariamente malas. Y por otra parte, las intenciones del banco central chino están claras pero resulta igual de evidente que no quieren desatar una guerra de divisas. Frente al 3% de depreciación del yuan en 2015, el euro se depreció casi un 12% frente al dólar.
Por lo tanto, no hemos empezado el año con la mejor sonrisa pero esto no constituye un presagio de nada. Ni bueno ni malo, de nada. En los próximos días comenzarán las publicaciones de resultados empresariales del cuarto trimestre que sí son un buen termómetro de cómo están las cosas tanto en China como en el resto del mundo. Y en algún momento el mercado volverá la mirada a los fundamentales y creo que cuando lo haga, en el caso concreto de la bolsa española, la reacción va a ser para recordar. No sé cuando pasará pero sí que la mejor forma de beneficiarse de ello es estar dentro.
Que sus majestades los Reyes Magos de Oriente se porten como se merecen.
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