La valoración de la banca española ha llegado a un punto tan absurdo que permite hacer ejercicios de finanzas propios de Barrio Sésamo. Si, por ejemplo, cogemos cualquiera de los dos grandes bancos españoles –aunque uno es mucho más grande que el otro, más del doble por su valor en Bolsa– y hacemos lo que en el argot se llama una suma de partes, se llega a conclusiones muy elocuentes.
El ejercicio consiste en valorar cada una de las filiales de los bancos españoles según su valor de mercado, si es que cotizan en algún mercado extranjero –como puede ser la participación del BBVA en el turco Garantí– o hacerlo a través del múltiplo medio al que cotizan los bancos en dicho mercado.
Si sumamos las distintas partes del BBVA (México, Estados Unidos que casi gana ya mil millones al año, los distintos bancos sudamericanos, Turquía…) llegaríamos a la conclusión de que el valor de BBVA España tendría que ser negativo para que sumara el valor que a día de hoy refleja la Bolsa. Absurdo. El negocio del BBVA en España, haciendo un número muy básico, tiene un valor que se sitúa entre lo que vale hoy Bankia y lo que vale Caixabank. No llega al valor del banco catalán, aunque tenga un nivel de activos comparable, pero intuitivamente sí nos sale que valga más que Bankia.
Este mismo ejercicio y con una conclusión más abultada se puede hacer con el Santander.
Desde luego, que los mercados no son eficientes. De serlo, algunos no tendríamos trabajo. Sin embargo, niveles de ineficiencia como los actuales no se alcanzan habitualmente. Podríamos escribir una tesis doctoral sobre las razones de esta ineficiencia, aunque si tenemos en cuenta lo desprestigiadas que están las tesis, resulta preferible tratar de aprovecharse de ellas invirtiendo en bancos.
Artículo publicado en ABC.
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