El escritor jienense Antonio Muñoz Molina ha hablado en alguna ocasión de “la niebla moral” para referirse a la crisis de valores que ha sufrido nuestro país en estos años. En el mundo de la economía, también se da una especie de niebla que, en ocasiones, es moral y en otras, remite sencillamente a la incertidumbre del futuro: el cansino caso griego, por ejemplo. Pero para un analista económico resulta fundamental detectar tendencias, ya que esas tendencias, cuando se confirman actúan como guías en medio de la niebla. Hoy les presento una de esta guías y les aseguro que no es menor: de acuerdo con los datos publicados la semana pasada por el Banco de España, los créditos impagados en el sistema financiero español cayeron en abril un 16% respecto al mismo mes del año anterior. Los mayores descensos se produjeron, lógicamente, en el crédito promotor, verdadero cáncer del sistema, aunque la tasa de morosidad sigue en unos niveles extraordinarios. Cabe destacar el bajo nivel de mora en el crédito hipotecario incluso tras la peor recesión de la historia de la economía española. La resiliencia del crédito hipotecario constituye sin duda una fortaleza en los modelos de valoración de los analistas financieros que cubren el sector financiero español. Esperemos que, tras la salida de los conductores borrachos del sistema financiero, no se vuelvan a cometer los mismos errores en lo referente al crédito promotor.
El volumen total de préstamos de los bancos también ha disminuido algo en lo que llevamos de año, debido, fundamentalmente, a los importantes vencimientos de cartera que tienen que afrontar. Y es una buena noticia por dos razones. Por un lado, liberan capacidad de balance para que los bancos en mejores condiciones empiecen a prestar –como ya sucede. Y, por otro, la mejor circulación del dinero, se traduce en mayor actividad económica. Por ello, la clave en el crédito no es la evolución del stock, sino el flujo. Por lo tanto, todos estos datos sugieren que el sector privado continúa reduciendo su nivel de endeudamiento aunque sea a menor ritmo y que las condiciones en las que prestan las entidades financieras están mejorando. Los bancos prestan, la mora cae.
Demografía
Entre las conocidas como ‘grandes tendencias’ que van a determinar en las próximas décadas la geopolítica y la macroeconomía, cabe prestar una especial atención a la demografía, al menos en una doble vertiente. Me explico: por un lado, se calcula que dentro de medio siglo seremos dos mil millones de personas más en el planeta. Tras siglos de estancamiento, las mejoras en la mortalidad infantil y la capilarización del bienestar económico ha facilitado un crecimiento de la población a nivel global sencillamente espectacular.
Pero por otro lado, y esta constituye la segunda derivada, otra de las grandes e imparables tendencias demográficas pasa por el envejecimiento poblacional. El significativo incremento de la esperanza de vida es el caldo de cultivo ideal para un incremento del peso relativo de la tercera edad y con ella la demanda de productos y servicios asociados. Finalmente, como consecuencia de la globalización, la desigualdad de rentas va a seguir aumentando. En líneas generales, la población en su conjunto se va a enriquecer, aunque resulta probable que en Occidente los escalones entre los ricos, las clases medias y las rentas más bajas se acentúen, debilitando la posición del cuerpo central de la sociedad. Sin embargo, también resulta probable que en el resto del mundo, la dinámica no sea la misma.
La pregunta clave, desde la óptica del inversor, exige saber cuánta gente va a pasar a engrosar la clase media. Y aquí también las cifras resultan espectaculares, si pensamos en el conjunto del globo. En los próximos veinte años se sumarán mil millones de personas más que, por así decirlo, se lavarán los dientes, tendrán coche y podrán comprar comida congelada. Este crecimiento se producirá casi exclusivamente en las economías emergentes ya que en los países desarrollados las tasas de natalidad se encuentran en mínimos históricos. Desde el punto de vista de las empresas multinacionales, el crecimiento de clientes potenciales en estos países resulta enorme. Todas estas tendencias tendrán consecuencias en los hábitos de consumo y son, por su dimensión, la mejor vacuna contra pesimistas pertinaces.
Doble dígito
Me da pereza insistir en eso que a los cursis nos ha dado por llamar Grexit, que no es otra cosa que el saco de consecuencias que tendría la falta de acuerdo de Grecia con las instituciones europeas. La actualidad manda y en los mercados financieros no ha habido otro tema en los últimos días. Esta vez, los griegos, y en concreto Tsipras y Varoufakis, han puesto mucho de su parte para protagonizar el ‘primetime’ informativo. Casi con toda seguridad, llamar criminal a tu principal acreedor –el Fondo Monetario Internacional- no se encuentra dentro del temario que explican en las escuelas diplomáticas para estas fases de la negociación. Tampoco ayuda que una comisión parlamentaria haya declarado ilegal (e inmoral) la deuda y que, por tanto, no merece ser pagada.
La reacción no se ha hecho esperar. Los griegos se han ganado a pulso las portadas de los principales periódicos y los bancos de inversión cada vez atribuyen más probabilidades a un desenlace apocalíptico. Ya se conjetura con los posibles escenarios tras un eventual impago. Será una quiebra controlada –al estilo Detroit- que no le impida seguir dentro de la zona euro. O, por el contrario, se impondrán controles de capitales que obliguen, aunque sea de forma temporal, a la emisión de una moneda paralela. La verdad, sin embargo, es que la probabilidad de que hagan ‘un Argentina’ –esto es, salirse por completo del sistema- resulta bastante remota.
Mi interpretación es que hay acuerdo y, por supuesto, no salen del euro. Estamos en el último acto de una larga función en la que uno de los protagonistas tiene que sobreactuar para tener algo que vender a su público para después, tras todo este postureo, terminar aceptando las muy razonables condiciones que le ofrecen sus socios europeos. Es lo que en el argot político se conoce como ‘el relato’. Y aquí no se trata tanto de tener éxito en las negociaciones, sino de tener algún triunfo que ofrecer a su sufrido público de vuelta a casa tras la batalla. No soy de mojarme con recomendaciones de inversión pero viendo las portadas de los medios anglosajones, con una Grecia escabechada, no creo que me equivoque mucho si digo que quien invierta hoy en Europa tendrá rentabilidades de doble dígito a final de año.
- Prima de riesgo: no es lo mismo Italia que España - 23 octubre, 2018
- La seguridad jurídica - 22 octubre, 2018
- Tribunal Supremo: rectificar es de sabios - 22 octubre, 2018