Los dos frentes del automóvil

El sector del automóvil lleva una temporada en el ojo del huracán. Además de ser una actividad afectada por los ciclos, ahora se han añadido los riesgos tecnológicos.

Echando la mirada atrás, hace unos años las ventas de coches venían determinadas por el momento del ciclo en el que se encontraba la economía. En los mejores momentos se acortaban los plazos de renovación del parque –siete años– y las ventas se incrementaban. Por el contrario, las vacas flacas hacían que el brazo se encogiera y se retrasasen las decisiones de cambiar de coche –hasta prácticamente el doble, catorce años–, motivo por el que la variación de ventas de coches era muy elevada entre los años buenos y los malos.

La apertura de nuevos mercados hizo que el ciclo se suavizara a medida que el peso de las economías emergentes crecía: el comportamiento de las ventas ya no estaría tan vinculado al ciclo, sino al aumento exponencial de la clase media. Además, en el caso de los países emergentes lo previsible es que al aumento del parque automovilístico por la evolución demográfica que, por cierto, tiene todavía mucho recorrido, se sumen más ventas por la renovación del parque existente.

Respecto a los retos tecnológicos, las dudas son dos: el coche eléctrico y las distintas versiones de economía compartida que, en principio, reducen el número de usuarios de coches. Sobre el primero, hay pocas dudas de que en treinta o cuarenta años serán la norma. Ahora bien, serán básicamente los fabricantes actuales los que lideren esta transformación de la industria. Y con respecto a las distintas fórmulas de «car sharing» –aquí podríamos incluir el patinete eléctrico– parece que el impacto se va a limitar al centro de las ciudades, lo que sobre el total del parque automovilístico supone una cifra ridícula.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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